La misma canción, por Pedro Suárez-Vértiz
La misma canción, por Pedro Suárez-Vértiz
Pedro Suárez Vértiz

La semana pasada acusaron a la banda U2 de plagio por la canción The Fly. Según el músico Paul Rose, el grupo copió parte de su tema Nau Slappin. Este guitarrista británico interpuso la demanda en un juzgado de Manhattan. Ocurrió que en 1989, Paul Rose mandó un demo con su canción a Island Records, la compañía discográfica de U2, y 25 años después exige cinco millones de dólares alegando que un solo de guitarra de The Fly es igual al de su canción. Lo más probable, como siempre, es que todo acabe en un arreglo extrajudicial.

Plagio es utilizar el contenido de una obra ajena y publicarlo como propio. Existen diferentes tipos de plagio en la literatura, el cine y obviamente en la música. Este último es el más controversial, pues con la tecnología de hoy es posible alterar una melodía robada a tal nivel que pase desapercibida. Es por eso que muchas veces no se puede concluir si hay plagio o no. Algunos artistas confiesan que sus temas musicales tienen partes de otras canciones. Muchos de ellos obtienen permisos y derechos de autor, lo cual hace la obra totalmente legal.

Pero lo que muchos otros artistas hacen es copiar canciones de autores poco conocidos para que se reduzcan al mínimo las probabilidades de que los oyentes hayan escuchado el material original. Otros literalmente extraen un pedazo de otra canción y la utilizan sin permiso.

El ejemplo más conocido de esto es Ice Ice Baby, de Vanilla Ice, donde la utilización del intro de Under Pressure, de Queen y David Bowie, fue tan notorio que nadie sospechó que el rapero no contaba con permisos. The Verve también lo perdió todo por utilizar el intro de una versión sinfónica de la canción The Last Time, de los Rolling Stones, en su éxito mundial Bittersweet Symphony. A mi parecer, demandar y hacer quebrar una banda joven que solo usó un arreglo –encima de una versión sinfónica– es un abuso. Sobre todo siendo los Stones expertos en ‘coincidir’ con otras canciones. Basta con escuchar Anybody Seen my Baby, que es exacta a Constant Craving, de KD Lang. Tanto que tuvieron que poner el apellido de la cantante en los créditos. Y ni qué decir de She’s so Cold, escandalosa copia de la canción del mismo nombre de Willie Nile.

Cuando Coldplay lanzó una de sus canciones más icónicas, llamada Viva la vida el coro era muy parecido a If I Could Fly, de Joe Satriani. Este denunció a la banda en el 2009, pero meses después se suprimió el caso y no se llegó a nada. O probablemente se arregló una vez más en secreto.

A John Lennon se le acusó de plagiar una canción de Chuck Berry. Por ello Rock and Roll, el álbum publicado en febrero de 1975 fue grabado para cumplir un acuerdo extrajudicial con el empresario Morris Levy –editor de Berry–, que había demandado al músico por una supuesta copia de You Can’t Catch Me en la canción de The Beatles Come Together. Como parte del acuerdo, Lennon tenía que incluir tres canciones propiedad de Levy en el álbum.

Otro caso como este ocurrió cuando George Harrison, tras la separación de los Beatles, lanzó su primer single como solista, llamado My Sweet Lord. El tema fue un éxito mundial, pero pronto se le acusó de copiar la canción He’s so Fine, de The Chiffons. George Harrison tuvo que pagar una fuerte suma de dinero pero se llegó a demostrar que no copió la canción intencionalmente.

Es fácil entender que cada vez es más difícil crear temas 100% originales. Cada canción tiene un poco de todo. Como en Dani California, de Red Hot Chili Peppers, tema con una gran similitud a uno de Tom Petty. Sin embargo, este decidió ignorarlo y declaró que le parecía gracioso y que muchas melodías de rock se parecían entre ellas. Como dice Keith Richards: “Solo hay una canción en el mundo, y las demás son solo variaciones de la misma”

Esta columna fue publicada el 11 de marzo del 2017 en la revista Somos.