"La desigualdad es mayor porque la riqueza está concentrada solo en un puñado de billonarios, conocidos desde la época del primer gobierno de Alan García como “los doce apóstoles”". (Ilustración: Giovanni Tazza)
"La desigualdad es mayor porque la riqueza está concentrada solo en un puñado de billonarios, conocidos desde la época del primer gobierno de Alan García como “los doce apóstoles”". (Ilustración: Giovanni Tazza)

Según un informe publicado por El Comercio, el se ha convertido en una sociedad de clase media. Ello, debido al repunte económico que se viene dando en nuestro país desde 1990 y que continúa hasta la fecha. De acuerdo con este informe, 13,4 millones integran este “nueva clase”, lo que denota un crecimiento sostenido con relación a los 5,2 millones que la integraban en el 2004. Asimismo –sostiene el estudio– “el rango de ingresos de las personas pertenecientes a la clase media se encontraría entre los US$12,4 y los US$62 per cápita por día”. De ello se deduce que “la clase media se duplicó más en los últimos 15 años en el Perú, pues pasó de concentrar el 19% de la población nacional en el 2004 al 41,5% en el 2018”.

Se ha sostenido que este hecho, por sí solo, demostraría la eficacia del modelo capitalista-neoliberal, y que, debido al crecimiento sostenido, hay más recursos para repartir. Sin duda, esto es así y debe reconocerse, incluso para quienes tenemos reservas y somos críticos con este modelo sumamente mecánico y poco humano que combina ‘crecimiento costo-beneficio’ con acumulación de lo producido en pocas manos. Donde la persona no vale por lo que es, sino por lo que produce. Esto último no debería extrañarnos porque ha sido una característica del capitalismo a lo largo de su historia, “cuyas concepciones del desarrollo han sido reproducidas por la ciencia económica convencional. Ellas se basan en la idea de crecimiento infinito obtenido a la sujeción matemática de las prácticas y saberes de la lógica mercantil”, como explica el científico social portugués Boaventura de Sousa.

Por eso, surge una interrogante como consecuencia de una realidad que es mundial y que repercute en nuestra sociedad. La paradoja de que, si bien ha habido crecimiento en los últimos años, incluso a pesar de la crisis del 2008, la haya aumentado debido a la concentración de la . Cuando nos visitó Christine Lagarde, entonces presidenta del Fondo Monetario Internacional (FMI) y que a partir de noviembre dirigirá el Banco Central Europeo, nos advirtió sobre esta contradicción que, como se sabe, se manifiesta preocupantemente en América Latina, la región más desigual de todas.

Crucé información con otros estudios para ver si coincidían en la tesis de que, a mayor crecimiento de la clase media, la desigualdad se reduciría. En la obra “Riqueza y desigualdad en el Perú” de Germán Alarco, César Castillo y Favio Leiva, por ejemplo, se demuestra, gracias a múltiples datos bien sustentados, que “los ingresos per cápita más recientes del 10% más pobre de la sociedad peruana es de US$965 anuales, mientras que los del 10% más rico es de US$20.141. Lo que evidencia una distancia de 20,9 veces entre los más ricos y los más pobres”.

Esta concentración de la riqueza es una tendencia que se replica en todo el mundo, precisamente por la aplicación del modelo neoliberal. Por ejemplo, Yuval Noah Harari explica, en su libro “21 lecciones para el siglo XXI”, que “las 100 personas más ricas poseen más en su conjunto que los 4 mil millones de personas más pobres”. Esto es realmente un escándalo antidemocrático, pues afecta gravemente uno de los principales principios de la democracia, como es el de la igualdad, y explica en gran parte por qué la democracia representativa está en crisis (precisamente porque el modelo plutocrático que se aplica en la mayoría de los países del mundo y, por supuesto, en el Perú lacera este principio en lugar de consolidarlo y sostenerlo).

Pero hay más. Si seguimos los estudios del sociólogo Francisco Durán sobre los grupos de poder en el Perú, y los comparamos con las cifras a nivel mundial que alarman a Harari, llegaremos a la conclusión de que la desigualdad es mayor porque la riqueza está concentrada solo en un puñado de billonarios, conocidos desde la época del primer gobierno de Alan García como “los doce apóstoles”. Si bien es cierto, debido al crecimiento que hemos experimentado ahora han aparecido seis nuevos, no es justo llamarlos ‘apóstoles’, porque estos no fueron billonarios. Todo lo contrario.

Así las cosas, nos quedamos con una conclusión: las variables de la desigualdad no son solo económicas, hay factores políticos y culturales que la mantienen. Está bien que la clase media en el Perú haya crecido, pero pensar que esto ha sido suficiente para reducir la desigualdad es emitir un juicio apresurado con trasfondo ideológico.