(Ilustración: Giovanni Tazza)
(Ilustración: Giovanni Tazza)
Alfredo Torres

Como sabemos, la popular expresión “otorongo no come otorongo” alude a la imposibilidad de que un político denuncie a un colega por corrupción. “Hoy por ti, mañana por mí” parecer ser la lógica que está detrás de este encubrimiento. La Comisión de Ética del Congreso da frecuente testimonio de esta mala práctica. El año pasado, por ejemplo, recibió 93 denuncias y solo sancionó, con modestas amonestaciones, a dos congresistas. Entre las denuncias que archivó estuvo el escandaloso caso de Yesenia Ponce, acusada de haber falsificado certificados de estudios. La denuncia contra la legisladora de Fuerza Popular fue archivada a pesar de que el programa “Cuarto poder” comprobó que las personas mencionadas por Ponce como compañeras de estudios no existían en los archivos del Reniec.

Por eso fueron tan bien recibidas, como una bocanada de aire fresco, las denuncias públicas efectuadas por el gobernador de Ica, Fernando Cillóniz Benavides, contra congresistas de diversas bancadas por pedirle empleos para sus recomendados y otras prebendas indebidas. El buen ejemplo de Cillóniz fue seguido esta semana por el alcalde Mardonio Guillén del distrito San Juan Bautista en Ayacucho, quien denunció –esta vez con audios y videos– a una mafia de extorsionadores que aseguraban tener influencia en el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) para conseguirle recursos para su distrito.

El presidente ha tenido el buen tino de respaldar la denuncia del alcalde Guillén. “La lucha contra la corrupción no puede quedarse solamente en discursos, sino que tiene que ir reflejada también de acciones concretas”, dijo el presidente, y felicitó públicamente al alcalde por su valentía. A su vez, el MEF procedió de inmediato a formular denuncia ante la fiscalía contra los funcionarios que resulten responsables.

La corrupción ocupa el primer lugar en la encuesta de Ipsos para este Diario sobre los principales problemas del país; así que hacen muy bien los políticos como Vizcarra, Cillóniz y Guillén en enfrentar públicamente la corrupción actualmente existente. La opinión pública está cansada de que los políticos solo sean investigados o sancionados cuando dejan el poder o cuando caen en desgracia por enfrentarse a un poder mayor, como fue el caso de Kenji Fujimori y sus dos colegas que fueron rápidamente desaforados del Congreso, acusados de haber intentado comprar votos para salvar al ex presidente Pedro Pablo Kuczynski de la vacancia promovida por Fuerza Popular y el Frente Amplio.

A diferencia de Vizcarra –que respaldó la denuncia del alcalde Guillén– la lideresa de Fuerza Popular no respaldó al gobernador Cillóniz. “Le ha fallado a Fuerza Popular [...] no ha cumplido con sus promesas y hemos recibido una serie de denuncias”, señaló insinuando que el corrupto era él. Como se sabe, un típico contraataque de los corruptos es acusar de lo mismo a quien los acusa. Y Cillóniz no solo ha denunciado presiones de los congresistas, sino que ha descubierto y despedido a médicos de los hospitales públicos de Ica por cobrar sin trabajar y a funcionarios de su región por vender brevetes falsos.

Al no respaldar a una personalidad del prestigio de Cillóniz, no solo ha desperdiciado una oportunidad para desmarcarse de la corrupción que la envuelve, sino que además se ha distanciado del sector empresarial que la apoyaba desde los tiempos en que varios de sus representantes más conspicuos colaboraron con el gobierno de Alberto Fujimori para sentar las bases del modelo económico que ha permitido el crecimiento continuo del país durante el último cuarto de siglo.

Cillóniz ha sido expositor frecuente en foros empresariales como CADE y se hizo conocido, antes de ser gobernador, por sus columnas periodísticas en defensa de la agricultura, el agua y el desarrollo regional. Su idea sobre una “hermandad del agua” mutuamente beneficiosa, entre Ica y Huancavelica, finalmente se concretó este año al suscribir un convenio con su par, el gobernador Glodoaldo Álvarez Oré, aunque ahora algunos integrantes del Consejo Regional de Ica pretenden frustrarla.

Todavía es temprano para saber si el gobernador Cillóniz, que es ingeniero de la UNI, o el alcalde Guillén, que es médico de la universidad San Luis Gonzaga de Ica, podrán aspirar a posiciones políticas de mayor envergadura en el futuro, pero de lo que no cabe duda es de que el coraje con que han denunciado la corrupción es un buen ejemplo que la ciudadanía espera que otras autoridades y funcionarios públicos honestos practiquen.