(Ilustración: Víctor Aguilar Rúa).
(Ilustración: Víctor Aguilar Rúa).

Hay en la vida secretos a voces. El problema es que por momentos llegan al límite y revientan. En ese momento urge buscar opciones para seguir adelante como país. 

Era un secreto a voces que muchos peruanos tenían dinero en el extranjero y no tributaban sobre él. Es legal tener dinero en el extranjero, lo que viola la ley es que no se paguen impuestos sobre las ganancias producidas por este dinero. En algunos casos podría hasta haber existido fraude. Durante años el país trató de persuadir a los peruanos para que pagaran. Como no logró hacerlo, decidió dar una amnistía y así premiar a quienes repatriaban o declararan su dinero en el exterior con una menor tasa de impuesto. Son muchos los peruanos que se han acogido a este sistema, el país ha logrado que se repatrien importantes cantidades de dinero y hacia adelante todos deberían tributar. Es borrón y cuenta nueva. 

Sabemos que el límite para aportar a una organización política por persona por año es hoy de 120 UIT, lo que equivale a S/498.000. Sabemos además que las empresas no pueden contribuir a partir del año pasado, pues ha sido prohibido. En el 2011 y el 2016 el aporte era la mitad y las empresas sí podían contribuir. En campaña, todos sabemos que se aporta mucho más. Además, los aportantes buscan el anonimato, pues quizá su candidato no sea el elegido. ¿Qué hacemos entonces? Se recibe el dinero bajo la mesa, en efectivo y para “introducirlo” en la campaña o se paga directamente bienes y servicios o se usa a terceros para dividir el aporte entre varios. No solo aportan las empresas y personas naturales, también lo harían hasta gobiernos, lo cual está prohibido.  

El Congreso, como se ha visto en los videos difundidos el martes, fácilmente se puede transformar en un mercado en el que se cambian votos por obras y, como hemos visto, en algunos casos incluirían coimas. Como dice el ex funcionario de Sucamec Fredy Aragón en una de las grabaciones: “Tienes cinco palitos sin mover un dedo”. Es conocido por todos que cuando se debate la Ley de Presupuesto, los congresistas piden de todo por sus votos aprobatorios. Hay cosas que son ya costumbre y que tienen aceptación: obras para mi región. ¿Pero qué más habrá? 

Es cierto también que compramos videos piratas. Que cuando un policía nos detiene, sacamos la billetera antes que el brevete. Que tratamos de no pagarle beneficios sociales a nuestros trabajadores y que, incluso en las urbanizaciones de playa más elegantes, algunos se roban la luz del vecino. 

Somos un país con mucha corrupción y, para cambiar, tenemos que asumirlo. Lo que estamos viviendo no es otra cosa que la confirmación de ello. Pero necesitamos curarnos. 

Para ello tenemos que empezar a combatir esos pequeños actos de corrupción, que no son tolerables y que deben ser abolidos. Debemos cambiar a esa clase política que ha demostrado no saber distinguir entre lo que está bien y lo que no. Hagamos un esfuerzo para que nuestros hijos no tengan una mentalidad tan laxa. Pero, sobre todo, debemos decir basta ya y empezar de cero con políticos intachables. ¿Habrá?