"El tratamiento que brindan nuestros médicos no se basa en guías clínicas o protocolos estandarizados, dejando al paciente a merced de doctores" (Ilustración:Victor Aguilar)
"El tratamiento que brindan nuestros médicos no se basa en guías clínicas o protocolos estandarizados, dejando al paciente a merced de doctores" (Ilustración:Victor Aguilar)
José Ignacio Beteta

Que el sistema de salud pública está gravemente enfermo y que la situación de la actual ministra Patricia García es frágil no es ninguna novedad. Y aunque lo primero no se le puede imputar, lo segundo sí. ¿Será suficiente excusa decir que está luchando contra “la mafia” del sector para que se haga acreedora a un proceso de reforma a puertas cerradas y sin límite de tiempo?

El sector Salud tiene la columna vertebral quebrada. Específicamente, dos vértebras enfermas que ponen en riesgo todo el organismo: el tratamiento que dan los médicos y técnicos en salud, y la evaluación de los medicamentos que se incorporan a dicho tratamiento.

Los últimos reportes del reseñan casos escandalosos en los que doctores o técnicos hacen lo que quieren. ¿Qué podría hacer la ministra para sacudir a estos ‘profesionales’ que algunas horas usan el gorro del Estado y otras el gorro de su propia empresa? La clave: actualmente, el tratamiento que brindan nuestros médicos no se basa en guías clínicas o protocolos estandarizados. Esto deja al paciente a merced de doctores que tienen la oportunidad de pedir cualquier examen, recetar cualquier medicamento y, además, sugerir sin lugar a objeción su red de clínicas y laboratorios privados que, ¡oh, sorpresa!, tienen lo que el Estado no. Esta discrecionalidad es también la causa de que el SIS no quiera reembolsarle a los hospitales gastos que no tienen sustento ni firmar convenios con ellos, hecho que, de alguna forma, desencadenó el desabastecimiento de medicamentos que aún continúa.

La evaluación de los medicamentos que el Estado distribuye es otra vértebra enferma. Hoy en día, Essalud elabora su propio petitorio, el Ministerio de Salud (Minsa) hace el suyo y una gerencia del SIS ha empezado a dedicarse a lo mismo.

El Petitorio Nacional Único de Medicamentos Esenciales (Pnume) del Minsa, documento que afecta a todos los peruanos y que debería ser –valga la redundancia– único, se realiza a puertas cerradas, sin que los contribuyentes sepamos qué funcionarios participan en el proceso, qué criterios utilizan y sin que se incluya nuestra opinión. Este oscuro proceso está por realizarse y creo que a usted, querido lector, también le gustaría enterarse cómo se eligen los medicamentos que aparecen en su receta. Según la ministra, el proceso se mantiene en reserva para que sus funcionarios no sean presionados por “la mafia”. Y bueno, me pregunto otra vez si bajo esta excusa tendremos que acompañar una reforma a puertas cerradas y sin límite de tiempo. Así, con doctores que hacen lo que quieren protegidos por la normativa y un proceso de evaluación de tecnologías sanitarias desintegrado y oscuro, ¿cómo creer que los pacientes están en el centro de la reforma?

El diagnóstico puede ser parcial, pero no es desacertado. Culminar el proceso de elaboración y estandarización de guías clínicas y hacer que su uso sea obligatorio es crucial.

Si la dosis de esta ‘pepa’ no le gusta a los médicos, a nosotros los pacientes sí nos gustará. Esto gatillará también que el Pnume sea elaborado abiertamente. Transparentar su diseño y permitir que la ciudadanía participe en él puede parecer complicado, pero le daría una dosis de legitimidad irrefutable. Hecho esto, se podrán realizar más compras corporativas o centralizadas, quitándole poder a esas “mafias” que aprovechan el desorden para lucrar ilícitamente.

Pero esto no lo puede hacer sola, señora ministra. Siéntese en la mesa con la ciudadanía comprometida, abra su puerta y escuche. Bajo el atractivo slogan de luchar contra “la mafia”, hoy un mediático contralor viene deteniendo al país. No haga usted lo mismo y aplique esta doble dosis de emergencia rápidamente.

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