La imposición de aranceles por parte del presidente de los , ha marcado la agenda global durante la última semana. Ciertamente, se trata de un asunto no menor que ha generado un justificado desconcierto.

En ese sentido, Joseph Nye Jr., connotado académico en relaciones internacionales, se ha pronunciado sobre el tema citando a Kaja Kallas, la alta representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores. Esta sostuvo, recientemente, que “el orden internacional está experimentando cambios de una magnitud no vista desde 1945″ (Project Syndicate, 1/4/2025).

¿Es así de dramático este momento? Esta pregunta, como también lo sugiere Nye, la terminarán de responder los historiadores en un futuro no muy lejano. Sin embargo, hay efectos inmediatos que no podemos perder de vista.

Para América Latina, la política de Trump trae a la memoria el agridulce sabor de la famosa industrialización por sustitución de importaciones (ISI), salvo que Estados Unidos es un país industrializado desde hace mucho. Y aunque la administración Trump dice buscar un equilibrio, su sustento parece bastante débil.

No obstante, la mención de Kallas pierde de vista otro cambio relevante: la caída del Muro de Berlín en noviembre de 1989. Sus consecuencias terminaron de materializarse en la última década del siglo XX, dejando a Estados Unidos como cabeza del fugaz período unipolar, caracterizado por la promoción de la democracia y el libre comercio. En efecto, el foro de APEC también nació en 1989, auspiciado por Australia y Japón.

Pero, a diferencia de la ‘splendid isolation’, que caracterizó la política exterior británica durante el siglo XIX y que buscaba preservar la posición de liderazgo del Reino Unido evitando alianzas con otros poderes europeos, la decisión de Trump y de su gobierno parece apuntar únicamente al aislamiento. En consecuencia, el resultado del intento regateador del presidente estadounidense podría terminar erigiendo en torno al gigante del norte una muralla al comercio.

Este golpe de timón resulta contradictorio si se considera que fue el comercio, precisamente, uno de los pilares de la consolidación de Estados Unidos como poder global. Además, lo paradójico es que la imposición de aranceles no es algo que hubiera estado fuera del control de la Casa Blanca. La decisión, en cualquier caso, tendrá un impacto en el orden mundial, siempre en movimiento.

Habrá que concluir, junto a Nye, con una inevitable interrogante: “¿Mantendrá la administración Trump esta fuente única del poder continuo de Estados Unidos o tiene razón Kallas al afirmar que nos encontramos en un punto de inflexión? Los años 1945, 1991 y el 2008 también fueron puntos de inflexión. Si los historiadores del futuro añaden el 2025 a la lista, será el resultado de la política estadounidense –un daño autoinfligido–, más que un inevitable desarrollo secular”.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

José Carlos Requena Analista político y socio de la consultora Público

Contenido Sugerido

Contenido GEC