Santiago Pedraglio

Escuchar a la socióloga y especialista en seguridad Lucía Dammert (La Mula, 16/4/25) permite extraer sugerencias que contribuyen a elaborar un diagnóstico sobre la inseguridad y, sobre todo, cómo abordarla en el Perú.

El caso peruano, subraya Lucía Dammert, tiene la particularidad de combinar múltiples mercados ilegales, situación que no se da, por ejemplo, en El Salvador. Hay, en el Perú, prácticas de ampliamente extendidas, que en algunos casos van aparejadas de sicariato. Esto camina en paralelo con una profunda debilidad institucional e informalidad. Tenemos, por último, un ineficiente –como lo evidencia el dramático impacto del COVID-19 sobre la población– y su correlato entre los sectores políticos: la idea de que basta con plantear propuestas diseñadas para las tribunas, superficiales y poco reflexionadas.

Lucía Dammert considera que, si bien en el Perú la extorsión ha tenido un crecimiento explosivo, no es una novedad: ya en la década de 1990 la sufrían sectores como la construcción inmobiliaria. Y, reitera, como otros especialistas, que para actuar con eficacia contra la ola delictiva actual es urgente –y posible– tener mejor información y centralizarla de manera adecuada.

Para avanzar, sostiene, es imprescindible atacar la extorsión generalizada. Insiste en que los actores de la multiplicación de este delito no son principalmente grandes organizaciones criminales –aunque las hay, y despiadadas–, sino una infinidad de pequeñas –aunque no necesariamente menos feroces– bandas o grupos, e incluso personas que, como iniciativa individual, han encontrado en la extorsión una ‘oportunidad económica’. Obtener información en este ámbito –lo que permitirá actuar con mayor eficacia– exige, sobre todo, subraya la socióloga, “mano inteligente”, más que “mano dura” o “gatillo fácil”. Tener éxito en la lucha contra la extorsión “al menudeo” y lograr que no prime la impunidad permitirá comenzar por demostrar que esta modalidad delictiva tiene un alto costo para quienes la cometan.

Nadie discute que en materia de seguridad se requiere más y mejor Estado, incluyendo una oportuna y estrecha coordinación entre fiscalía y policía. Sin embargo, el asunto debe ser abordado, como sostiene Lucía Dammert, con seriedad y por especialistas que, en lo posible, ejerzan como funcionarios. Al igual que nadie pretendería, por ejemplo, gestionar sin expertos la inflación, la educación, la salud o la infraestructura, el mismo rigor se debe exigir respecto de la seguridad. De lo contrario, termina por ocurrir como en el fútbol: todos creemos tener la solución para ganar el partido. Se necesita, en cambio, integridad, especialización y voluntad política.




*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Santiago Pedraglio es Sociólogo

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