¡Feliz Navidad!, por Luis Carranza
¡Feliz Navidad!, por Luis Carranza
Luis Carranza

Estimados lectores, permítanme en este último artículo desearles una feliz Navidad. El día martes 13 de este mes salí elegido presidente de la Corporación Andina de Fomento (CAF), el banco de desarrollo de América Latina; que viene jugando un rol cada vez más importante en el desarrollo de nuestros países. Hoy en día, la CAF tiene un patrimonio cercano a los US$10 mil millones, con una cartera de colocaciones por cerca de US$21 mil millones y con aprobaciones anuales que están por el orden de los US$12 mil millones.

Desde finales del 2013, a través de esta columna, hemos insistido –cada quince días– en la necesidad de cerrar la brecha de infraestructura (ver por ejemplo, “No lo entiendo” o “La primera tarea”); en implementar programas sociales que tengan impacto real (ver por ejemplo, “Piel de gallina”); y en implementar políticas que promuevan la productividad de la economía (ver, por ejemplo, “La productividad”, o “¿Por qué es difícil fomentar las inversiones?”). También fuimos muy críticos con el anterior gobierno por el excesivo aumento del gasto corriente (ver por ejemplo, “No más mediocridad” o “Irresponsabilidad”), por la enorme maraña de trabas y regulaciones que se fue enraizando en la administración pública (ver, por ejemplo, “Sin brújula” o” Los nombres de la pobreza”); entre otros muchos temas. 

Mis críticas fueron tildadas de políticas y el argumento sustantivo de los artículos fue respondido con el insulto adjetivado. Desgraciadamente, no me equivoqué, y el nuevo gobierno tiene que iniciar la labor de corregir todo lo malo, que es más difícil que cualquiera de las 12 tareas encomendadas a Hércules. En esta nueva administración, hemos pedido insistentemente no solo la corrección de estos errores, sino también hemos insistido en la necesidad de un diálogo político (ver, por ejemplo, “La gran apuesta”, “La lección de los Enriques” y “David y Goliat”). Es por tanto muy satisfactorio que ayer se reunieran por intermediación del cardenal Juan Luis Cipriani el presidente Pedro Pablo Kuczynski y Keiko Fujimori.

A propósito de las fechas y del anfitrión, conviene reflexionar sobre la fe cristiana y las lecciones que podemos sacar. Las enseñanzas de Cristo se basan en el perdón, en la comprensión y la armonía. Desde esta perspectiva cristiana, se rompe con una regla de oro de las sociedades desde tiempos inmemoriales: la reciprocidad, que funciona tanto para lo bueno como para lo malo. La reciprocidad es un mecanismo útil de cohesión y organización social, pero nos puede llevar a situaciones de conflicto exacerbadas y destructivas porque está anclada en retribuir o compensar acciones pasadas. La fe cristiana rompe con este paradigma y ancla el presente en función de la armonía y prosperidad futura, olvidando las afrentas pasadas, bajo compromisos de reconciliación.

En la política, si bien es cierto hay competencia por el poder, esta debe darse en términos constructivos y no estar dirigida por los antagonismos. Las sociedades que lograron prosperar necesariamente generaron cierta cohesión y acuerdos mínimos, que les permiten mirar hacia adelante. A nivel de psicología social, el experimento de ‘robber’s cave’ nos da luces sobre las acciones que deben seguir los líderes políticos para lograr la unificación de grupos antagónicos. En este caso, como en la evidencia histórica, la fórmula para lograr la cohesión social se escribe en clave de futuro. Nunca ancladas en el pasado.

Durante todo el siglo XX la historia política peruana estuvo basada en el eje antiaprista. Entramos en el siglo XXI con el eje antifujimorista dominando la escena. ¿Cómo salir de este entrampamiento? ¿Cómo lograr acuerdos mínimos y seguridades de respeto a las reglas democráticas de todos los lados involucrados en la escena política peruana? Si conseguimos eso, no nos para nadie como país. 

En estas fechas, que Cristo nos ilumine a todos, especialmente a nuestros líderes políticos. ¡Feliz Navidad y hasta pronto!