Frondas y peleas de la política menuda, por Enrique Bernales
Frondas y peleas de la política menuda, por Enrique Bernales
Enrique Bernales

En el estilo cordial que le caracteriza y su talento para hacer política grande, el presidente Pedro Pablo Kuczynski confirma, para una inmensa mayoría de ciudadanos, que su gobierno va por buen camino. Esto no nos exime de constatar la existencia de dudas y vacilaciones, debidas algunas a que en nuestro país hacer política suele ser transitar por caminos empedrados, pero también a que es difícil manejar las decisiones con certezas plenas cuando no existe detrás del estadista un partido sólido, bien organizado y disciplinado. 

Tampoco es porque Peruanos por el Kambio haya ganado las elecciones sin haber antes culminado su etapa de consolidación partidaria. En materia de elecciones, la última palabra la tiene siempre el elector, y situaciones como las acaecidas en la segunda vuelta no deben en realidad ser causa de excesiva sorpresa. Quien tiene la simpatía popular puede ganar, aunque no tenga partido o este sea muy frágil. 

Tampoco es que la representación parlamentaria de Peruanos por el Kambio sea reducida y con graves dificultades para manejar una relación favorable al gobierno con Fuerza Popular (que con su 73 votos controla el Parlamento). Por el momento, esto no es problema porque el costo político para Fuerza Popular puede ser muy alto si equivocadamente se empeña en una oposición obstruccionista.

A mi juicio, fruto de los años vividos en la política activa y la experiencia acumulada, las pequeñas frondas que por momentos parecen alterar los ánimos en Peruanos por el Kambio no son otra cosa que expresiones de impaciencia, vocación por presuntas ortodoxias liberales, pequeñas dosis de intolerancia provenientes de déficit de vida partidaria y equivocada primacía del individualismo sobre la disciplina de grupo. 

Ninguna de esas actitudes (que he titulado “frondas” porque no son otra cosa que desavenencias pasajeras) constituyen una amenaza para la incipiente organización política que es por ahora Peruanos por el Kambio. En efecto, la impaciencia suele ser habitual en quienes ganaron una elección y, sin embargo, no entienden que gobernar antes que imponer es concordar y ganar consensos mayoritarios. 

Llamo vocación por ortodoxias liberales a la pretensión que pudiera existir en el sentido de que el único programa posible y excluyente de todos los demás es el presentado por la lista triunfadora. No es así, han pasado muchos siglos desde que Aristóteles dijo que “la verdad está en el justo punto medio”.

Me permito calificar de intolerancia, aunque espero que no sea tal, el sentirse un casto político por practicar un supuesto anti (que si es antiaprista es mejor). En fin, lo que puede ser más peligroso como tendencia es que se desarrollen individualismos que pudieran romper la unidad y la disciplina partidaria. Quien dedique un poco de tiempo a revisar cómo se rompieron y murieron todos los partidos que alguna vez lo fueron encontrarán que el fin de la ilusión comenzó cuando la disciplina partidaria se quebró. Cualquiera sea la ideología y el programa, un partido sin disciplina en algún momento dejará de serlo.

Entre quienes ejercen la representación de Peruanos por el Kambio en el Parlamento conozco a muchos de ellos. Más de uno ha sido mi alumno y otros colaboradores cercanos en responsabilidades nacionales o internacionales. Estoy seguro, por ello, que las discrepancias que han motivado titulares de prensa serán estrictamente pasajeras.

Lo que sí son peleas y confrontaciones agudas son las que están presentándose en el Frente Amplio. Es una pena que así sea, porque la izquierda en el Perú tiene causas y razones suficientes para ser una poderosa y democrática organización política, pero comenzó a pelearse y a dividirse al día siguiente de la muerte de José Carlos Mariátegui y siempre por mezquindades y pequeñeces. Lo digo con conocimiento de causa, porque pertenecí a Izquierda Unida y vi de cerca cómo le hicieron la vida imposible a Alfonso Barrantes, quien, digan lo que digan, fue el único líder izquierdista con talante y talento para mantener unida a la izquierda, aunque sea por ocho años. 

Ojalá recapaciten.