El Congreso archivó en octubre la denuncia contra Becerril. (Foto: Anthony Niño de Guzmán/El Comercio)
El Congreso archivó en octubre la denuncia contra Becerril. (Foto: Anthony Niño de Guzmán/El Comercio)
Federico Salazar

La gravísima denuncia contra Héctor Becerril se ventilará este lunes en la Comisión de Ética del Congreso. Él habría recibido un soborno de parte de la empresaria Mirtha Gonzales Yep, para favorecer a una empresa en Chiclayo.

Gonzales Yep declaró al programa “Cuarto Poder” que adquirió distintos acabados, que fueron instalados en la casa del congresista, en Trujillo.

La elección de los acabados había estado a cargo de la esposa de Héctor Becerril en la tienda Decor Center de La Molina.

La empresaria sostiene que los tres hermanos Becerril Rodríguez le pidieron y exigieron el pago de coimas. Uno de los hermanos está prófugo; el otro, sentenciado; y el tercero, Héctor, en el Congreso.

La denuncia de Gonzales Yep es importante. Tiene las facturas, vouchers, conversaciones en WhatsApp y toda la historia.

Los porcelanatos para la casa de Héctor Becerril develarán no solo un negocio ruin y vergonzoso, sino la manera de operar de una organización criminal. Se ha denominado Los Temerarios del Crimen.

El congresista y sus hermanos, en esta denuncia, se mostraban como quienes conseguían los libramientos presupuestales para el municipio de Chiclayo. Este adjudicaba las obras y la organización de los Becerril cobraba la coima.

Héctor Becerril habría llevado al ex alcalde de Chiclayo David Cornejo Chinguel ante Keiko Fujimori, para presentarlos. Después, lo invitó a formar parte de Fuerza Popular.

El tipo de personaje es conocido. Presenta a los superiores con la intención de mostrar poder político. Utiliza a la organización política y, en este caso, a su lideresa, para avanzar en su capacidad criminal.

Fuerza Popular debería ser el primer partido en pedir el levantamiento del fuero a Héctor Becerril. No para obviar el debido proceso, sino al revés, para que sea la justicia la que investigue esta gravísima denuncia.

El caso del porcelanato se refiere a la banda denominada Los Temerarios del Crimen. Según Gonzales Yep, la lideraría Héctor Becerril.

A este caso hay que sumar los antecedentes del congresita Becerril. Fue parte del entorno de Edwin Oviedo en un caso en que se llegó al asesinato (Caso Los Wachiturros).

Héctor Becerril resulta involucrado, también, con la organización Los Cuellos Blancos del Puerto (ex jueces Ríos e Hinostroza). Fue, además, acusado de tráfico de influencias en el caso del otrora Consejo Nacional de la Magistratura.

Becerril fue permanentemente blindado por Fuerza Popular. No sorprende. Se ha caracterizado por ser el mastín de su ofensiva política, el experto en denunciar y defender rabiosamente.

Becerril fue parte de la avanzada en la cacería de Pedro Pablo Kuczynski y los denominados ‘avengers’.

Hay delincuentes que desarrollan el personaje de Cid Campeador. Hacen, así, que el grupo dependa de ellos. Se hacen indispensables, obtienen poder. Obtenido el poder, delinquen, se cubren y extienden sus redes.

Se puede pensar que una organización política sea parte de los negocios criminales. Lo que se ve en esta denuncia, al menos, parece distinto. Se parece más a la utilización de una organización política por la organización criminal.

Hay mucho por investigar de esta empresa que se adjudicó esta obra en Chiclayo. También se adjudicó la construcción del tramo faltante de la obra Vía Costa Verde-Callao, por casi 59 millones de soles, bajo el gobierno del hoy prófugo Félix Moreno.

En la impunidad y la corrupción no solo está implicado Héctor Becerril. Hay otros congresistas aludidos. También hay fiscales, alcaldes, jueces.

Investigar y sancionar a estas pequeñas “odebrechts” es tan importante como desentrañar los negocios sucios de las grandes.

El Congreso tiene que deslindar tajantemente. Tiene que demostrarle a la ciudadanía que no pacta con la corrupción.

El Congreso, además, debe estudiar lo que ha pasado y debe legislar en consecuencia. No podemos ser tan ingenuos de pensar que, pasados a la justicia los personajes, se deshacen los mecanismos de la corrupción.

El lunes, no solo se va a resolver el destino del congresista Héctor Becerril. También se juega, en parte, el destino del Congreso.
Sabremos si el Congreso es capaz de fiscalizar. Y, en consecuencia, sabremos si el Congreso es capaz de representar a la nación.