"Kuczynski nos ha dado visión, esperanza y acción" [Opinión]
"Kuczynski nos ha dado visión, esperanza y acción" [Opinión]
Federico Salazar

El resultado de la segunda vuelta electoral acabó con la posibilidad de la representación política. Con apenas 18 congresistas, Pedro Pablo Kuczynski tiene que buscar el consenso, tiene que concertar y dialogar con otras fuerzas políticas. 

Lo que acuerde con cada cual será resultado de una negociación. En una negociación cada interesado parte de su posición, abandona los aspectos menos apreciados  y llega a un punto medio, donde encuentra algunos aspectos más valorados. El resultado no es ni lo que quería uno ni lo que quería el otro.

Lo que en la negociación mercantil es una virtud, en la política es, más bien, un vicio. El punto medio no estuvo en el cálculo del votante, por lo que el consenso así obtenido divorcia al gobierno del mandato.

La democracia es consenso, pero también es representación. De la integración de estas dimensiones depende la legitimidad de gobierno. Nuestra corta experiencia de elecciones democráticas lo demuestra.

Los gobiernos de Alejandro Toledo, Alan García y Ollanta Humala comenzaron con aprobación alta y gran expectativa. Llegaron al final de su mandato, en cambio, con aprobaciones bajas y escasa legitimidad. 

No ha sido producto del destino ni de la casualidad. Es consecuencia natural de un sistema que quiebra la representatividad política desde el primer momento.

Si el gobernante se deja llevar, como ratón de laboratorio, por los caminos de ese laberinto impredecible que son los consensos, terminará por abandonar la escasa conexión que tiene con el mandato popular. Terminará como los gobiernos de Toledo, García y Humala.

Un camino distinto al de los acuerdos entre partidos y líderes políticos es el de regresar la mirada a la gente. El gobernante debe entender, antes que nada, la prioridad de los electores. Debe dedicarse a actuar y resolver esos problemas de la gente.

Kuczynski no ha sido elegido por su plan de gobierno. No ha sido elegido por representar un tipo de gobierno o debido a una posición política. Unos lo eligieron por sus propuestas; otros, por representar algo distinto al fujimorismo y algunos más, por significar un freno a un eventual gobierno de Fuerza Popular con mayoría en el Congreso. ¿En qué consiste, entonces, el mandato?

Es importante que el presidente electo y sus voceros se empeñen en recoger ese mandato. De lo contrario, tendremos una vez más un mero ocupante de Palacio más que un mandatario.

Un acuerdo con la gente debe ser previo a un acuerdo con las fuerzas políticas. El primero debe condicionar al segundo. Ese acuerdo puede ser tácito, si tan solo se escucha el reclamo de la ciudadanía.

Las composiciones electorales de la segunda vuelta deben quedar en segundo plano. El gobierno elegido debe recomponer lo que se deshizo de la primera a la segunda vuelta: el mandato y la representación.

No se trata de buscar un acuerdo nacional, un documento con firmas o algún otro decorado formal. Se trata de coincidir, más que pactar. El presidente electo tiene, en este sentido, una tarea que va más allá del gobierno, que es política.

El primer paso es, obviamente, enterrar el proceso electoral. Para ello se requerirá dar satisfacciones y ofrecer perspectivas. Es bueno que se reúna con Verónika Mendoza y sería bueno que se reúna con Keiko Fujimori.

A pesar de sus enormes diferencias ideológicas y programáticas con PPK, Verónika Mendoza ha tomado la delantera en una visión de Estado, que trasciende la visión electoral. Esperemos que la señora Fujimori se ponga a la misma altura, y decida saludar y conversar.

Los que no son gobierno pueden facilitar al gobierno su entendimiento de lo que creen son las demandas de la población. De esta manera podría encontrarse un camino distinto al pactismo para recuperar el vínculo del mandato y la representación.