El hombre que reía para no llorar, por Pedro Canelo
El hombre que reía para no llorar, por Pedro Canelo
Redacción EC

Invierno de 1993. Había terminado la proyección de la película “Papá por siempre” en el desaparecido Cine Country y solo quise hacer un comentario en casa antes de irme a dormir. “Cuando Robin Williams se ríe a veces parece que quiere llorar”. Siempre lo había pensado, pero solo lo dije esa vez. Las tres personas con las que cenaba esa noche no hicieron caso y siguieron conversando sobre las ocurrencias del divertido actor en Mrs. Doubtfire. Es difícil hacer caso. Antes de preocuparse por los otros, es mejor entregarse a la distracción que regala una sonrisa. Queríamos tanto a Robin, pero ahora nos duele. Entregó derroche de felicidad a pesar de su alma triste. Muchos lo recordarán como Peter Pan o como Popeye pero quizá él estaba más cerca del profesor John Keating de “La Sociedad de los Poetas Muertos”. Con ese papel pudo entregarse a la frágil melancolía de un verso escrito por Walt Whitman. Escriban “Robin Williams + Smile” en el buscador de imágenes de Google y comenzarán a entenderlo mejor. Sonreía pero parecía que quería llorar. La depresión es un trastorno oculto que puede demorar mucho tiempo en manifestarse. Robin Williams tenía una familia y el éxito profesional indiscutible. Pero se sentía solo, estaba solo. Muchas veces nos dejamos ganar por la ligereza y usamos términos clínicos para bromear a los demás. “Eres bipolar”, “Pareces emo”, “Estás con la depre” y no medimos el alcance de una broma torpe. Y mientras jugamos con eso, un familiar o un amigo nos están pidiendo ayuda en silencio. Nadie se dará cuenta. La persona enferma puede estar mirándote en este momento. Según el Instituto de Salud Mental Honorio Delgado-Hideyo Noguchi, hay casi dos millones de personas en el Perú con problemas depresivos. Robin Williams fue tu padre y tu profesor de literatura, también fue el dibujo animado hecho hombre. Quizá fue tu mejor amigo de ficción. Tienes derecho a despedirte de él y escribir extensos homenajes en el Facebook. Muchos lo hicimos. Pero allí cerca, hay alguien con el mismo problema que espera un abrazo en tiempo real. En el 2013, la cantidad de suicidios en el país creció en un 10% . La OMS reconoce el crecimiento de las enfermedades mentales en el planeta. Robin Williams, nuestro querido Robin, sufría trastornos depresivos y no pudo resistir más con una vida que lo excedía.  La mejor despedida podría ser no prolongar las condolencias virtuales en las redes sociales usando fotos de Williams con frases que nunca dijo. Mejor sería atender a quienes esperan un salvavidas al lado nuestro. La depresión mata. Y en este apurado mundo cada vez son menos los que pueden darse el lujo de ser felices.