La hora del consenso, por Alfredo Torres
La hora del consenso, por Alfredo Torres
Alfredo Torres

La opinión pública desconfía de los políticos. Por eso, los pactos o alianzas no tienen buena fama. Muchas veces son vistos como componendas cuando no como repartijas. No ocurre así, sin embargo, cuando cambia un gobierno. El ánimo de la ciudadanía en esta etapa es mucho más favorable a la búsqueda de acuerdos y la oposición a rajatabla no es bien vista. 

La ciudadanía espera consenso y no confrontación. Esto no quiere decir necesariamente que se forme una alianza, pero sí que prime una actitud de diálogo positivo. “Conversar no es pactar”, decía Ramiro Prialé y así piensa hoy la ciudadanía, como lo recoge con claridad la encuesta de Ipsos para El Comercio que se publica hoy. El 66% de la población cree que sería conveniente para el país que Pedro Pablo Kuczynski dialogue con Keiko Fujimori y el 62% con Verónika Mendoza, independientemente de la fuerza política que cada una tiene. 

Esta voluntad de concertación también se observa en las preguntas relativas a las futuras relaciones entre el Ejecutivo y el Legislativo. Si bien solo uno de cada tres se inclina por la formación de una alianza política entre PPK y Fuerza Popular (FP), las respuestas favorables al entendimiento entre ambas fuerzas son mayoritarias. El 79% recomienda a PPK buscar el consenso con FP y, a su vez, el 87% le pide a FP apoyar a PPK. En contraposición, solo el 12% le pide a PPK evitar acuerdos con FP y un 6% le demanda a FP estar en oposición abierta al nuevo gobierno.

Esta demanda ciudadana para un apoyo al gobierno no es consecuencia de que PPK sea súbitamente muy popular. Por el contrario, su aprobación como presidente electo es de 50%, una cifra similar a lo que fue su votación. No está mal, si se compara con la aprobación del presidente saliente, Ollanta Humala (19%), pero es menor a la que tuvieron en su momento, como presidentes electos, Alejandro Toledo (57%), Alan García (69%) y el propio Humala (70%). Por lo tanto, la demanda ciudadana por el diálogo y el consenso proviene de la intuición de que nada gana el país con un gobierno débil y una oposición obstruccionista. 

Como se sabe, PPK ha sido elegido presidente, pero su bancada representa solo el 15% del Congreso. En tanto, FP cuenta con una clara mayoría de 56%. Si se ponen de acuerdo, suman 71% y podrían incluso modificar la Constitución, pero si FP prefiere estar en la oposición, estará en la capacidad de aprobar leyes en contra de la voluntad del Ejecutivo. 

Ante esa perspectiva, PPK –quien es francófono por su lado materno– podría verse tentado de construir un régimen de cohabitación con el fujimorismo. La cohabitación es una manera de gobernar habitual en la política francesa. La inauguró el presidente socialista François Mitterrand en 1986 cuando nombró primer ministro al conservador Jacques Chirac y le tocó al propio Chirac, ya como presidente en 1997, nombrar al socialista Lionel Jospin primer ministro. En el Perú, sin embargo, un régimen de cohabitación podría ser complejo y riesgoso para ambas partes. No solo por las tensiones inherentes a la dualidad de mando, sino también porque ambas agrupaciones compartirían el desgaste que en nuestro país caracteriza a la gestión pública y le regalarían al Frente Amplio la posibilidad de capitalizar el descontento. 

En lugar de una cohabitación, lo que el país demanda implícitamente es un Gabinete conversado y una conducción parlamentaria multipartidaria. Es decir, un Gabinete Ministerial integrado en su mayor parte por personalidades independientes que tengan la capacidad de dialogar con todos y que despierte confianza; y un Parlamento cuyos cargos directivos sean distribuidos proporcionalmente entre todas las fuerzas políticas y que busque el consenso.

A diferencia de PPK, que podría aspirar a la cohabitación, FP podría verse tentada de buscar la confrontación. La idea de que el poder desgasta y que el líder de la oposición se beneficia de ese desgaste está muy extendida. Sin embargo, no siempre es así, como lo demuestra el caso del propio PPK, que ha llegado a la presidencia sin haber sido opositor del gobierno saliente. En el caso del fujimorismo, además, una actitud obstruccionista sería leída por el electorado antifujimorista como una confirmación de sus temores y reforzaría su imagen autoritaria. Si FP aspira a ser gobierno en cinco años, debe reafirmar su vocación democrática desarrollando un diálogo fluido y constructivo con el gobierno entrante para que el Perú sea en el 2021 un país mejor.