
En cierto sentido, el nuevo titular del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), José Salardi, toma las riendas de la institución en un contexto privilegiado. A diferencia de sus antecesores recientes, Salardi no entra al ministerio más poderoso en una coyuntura difícil: el escenario político es menos volátil que los años anteriores, la inflación se halla en el centro del rango meta establecido por el Banco Central de Reserva (BCR), la economía crece cerca de su nivel potencial y viene con inercia por el buen cierre del 2024, y en general los indicadores de consumo, inversión, importaciones, tributos y otros tienen una velocidad mayor a la esperada.
Eso no quiere decir que no existan retos serios. Probablemente el más urgente sea ordenar el gasto público para evitar un tercer incumplimiento sucesivo de la regla fiscal. Según se desprende de su entrevista con este Diario, Salardi es consciente de la necesidad de volver a una senda de estabilización fiscal, pero su apuesta parece ir más por la confianza en que los ingresos subirán con un mejor crecimiento económico que por la necesidad de apretar el cinturón del gasto. Ambas variables, por supuesto, son importantes, pero la opción que tiene a la mano inmediatamente el MEF para regresar al orden fiscal es cerrar un poco más la billetera. Esa es su responsabilidad. Especial cuidado se debe tener, en este sentido, con conceder regalos tributarios como los que regularmente piden algunos grupos empresariales.
Vinculado al tema fiscal, es saludable que haya ratificado en la misma entrevista que bajo su gestión “no va a haber un solo sol para Petro-Perú”. La petrolera estatal es un potencial pozo sin fondo para las finanzas públicas. Sin embargo, habrá que ver todavía la muñeca política del MEF si –de aquí a unos meses– Petro-Perú vuelve a tocar la puerta para pedir ayuda fiscal en una forma u otra, como es posible que lo haga.
Finalmente, la experiencia de Salardi en las asociaciones público privadas e infraestructura en general es tremendamente positiva, así como lo es también su énfasis en la necesidad de generar más inversión privada y crecimiento. Su mochila más pesada en la carrera, no obstante, será la política, con una presidenta –un gobierno entero, a decir verdad– con capital político casi nulo, y un Congreso que en vísperas de campaña de electoral saliva por mayores gastos y populismo. En este enfrentamiento, su antecesor inmediato salió magullado las pocas veces que quiso dar pelea. Salardi entra con mejores vientos desde lo económico, pero el terreno político puede probar ser demasiado pantanoso.