La foto reciente del nuevo titular del MEF, José Salardi, con representantes del empresariado de todos los tamaños es un buen augurio. No solo al pretender un “desmarque” de su antecesor y tocayo José Arista, sino porque es consistente con el rol que venía cumpliendo hasta hace poco como cabeza de Pro Inversión.
El eje de la reunión ha sido transmitir confianza para la generación y destrabe de la inversión privada en casi todos los rubros, en especial aquella que moviliza transversalmente a varios subsectores (bienes y servicios), con impacto en el empleo, a través de diversos encadenamientos productivos.
Salardi tiene a su favor algunos vientos de cola que puede y debería aprovechar. El más reciente es la última encuesta del BCR (quincena de enero) sobre expectativas empresariales. De los 18 indicadores de situación actual y de expectativas a tres y 12 meses, 14 están en el tramo optimista, es decir, mayor de 50 puntos. En el caso de los rubros inversión y contratación de personal, se ubicaron por encima de los 60 puntos.
Claramente, sectores como minería, construcción, pesca e infraestructura tienen perspectivas interesantes para este año. Agroexportación, como ha informado el Midagri, ha cerrado el 2024 con un récord histórico de ventas externas de casi US$12.800 millones, el 21,4% de crecimiento respecto al 2023.
El nuevo jefe del MEF ha agregado, producto precisamente de su paso por Pro Inversión, que si el país busca un reimpulso a las inversiones es preciso ajustar, entre otras cosas, las herramientas para el logro del objetivo. Por ejemplo, se ha referido a la normativa sobre las APP. En específico a hacer más previsible y menos engorrosa la fase de estructuración de los proyectos.
Incluso, una opción es entregarle a Pro Inversión la condición de “concedente” (contraparte contractual con el privado) como una manera de agilizar los procesos y simplificar la suscripción de adendas.
No obstante, Salardi tendrá que sortear no pocas amenazas. De un lado, el clima de criminalidad organizada e inseguridad que afecta no solo a la sociedad sino al avance de la economía, las presiones políticas desde Palacio para poner coto a la sangría de recursos que Petro-Perú supone (y frente a las que sucumbió Arista) y volver al rango de déficit fiscal que su antecesor relativizaba.
Siendo un técnico, son amenazas principalmente políticas las que tendrá que afrontar. Suerte en ello.