Kenji afina la puntería, por Fernando Rospigliosi
Kenji afina la puntería, por Fernando Rospigliosi
Fernando Rospigliosi

El miércoles pasado disparó un misil que dio de lleno en el blanco y provocó un revuelo de proporciones en la bancada opositora. Fue un breve : “Nauseabundo! NO SE DEBE blindar a un presunto abusador sexual, el tema #Figari NO fue debatido en @bankadafp ¿Quién encubre a #Figari?”.

Se refería a la decisión del fujimorismo de recular respecto a la investigación del de Vida Cristiana, una organización católica cuyos líderes históricos están denunciados por haber cometido abusos sexuales contra sus miembros.

El objetivo del proyectil era Pier Figari, mano derecha de su hermana y su principal asesor y operador político –junto con Ana Vega–. En 134 caracteres Kenji no menciona al Sodalicio y personaliza claramente su crítica al mencionar dos veces el apellido Figari. 

Luis Fernando Figari, fundador del Sodalicio hoy día refugiado en Roma, ha sido señalado como uno de los principales depredadores de esa organización católica por el libro “Mitad monjes, mitad soldados”, de con la colaboración de Paola Ugaz. Los testimonios allí recogidos y otros que han aparecido después, así como el propio reconocimiento de los actuales líderes de ese grupo, no dejan lugar a dudas sobre la responsabilidad de Figari y algunos de sus cómplices. No obstante, la fiscalía ha desestimado las acusaciones. 

Por eso el congresista Alberto de Belaunde presentó una propuesta en el Congreso para investigar al Sodalicio, moción que fue respaldada por varias agrupaciones, incluyendo a prominentes miembros del fujimorismo como Úrsula Letona. Se daba entonces por descontado que la investigación se aprobaría.  Pero el fujimorismo cambió sorpresivamente de postura y con la abstención o ausencia de apristas, acciopopulistas y acuñistas, rechazó la propuesta del congresista de Belaunde. 

Kenji apunta directamente al presunto pariente del líder sodálite cuando pregunta “¿Quién encubre a Figari?”. Obviamente se refiere a Pier Figari, que presumiblemente es el que ha encubierto –en términos de Kenji– al ex jefe del Sodalicio. Y de paso golpea a su hermana.

Dentro del fujimorismo no son pocos los que han criticado a los allegados más próximos a Keiko –Figari y Vega– por las dos derrotas consecutivas, en el 2011 y el 2016, en ambos casos campañas que parecían ganadas. En realidad, los reproches son a Keiko, pero como suele ocurrir en política, no se atreven a censurar a la lideresa y la enfilan contra los asesores, que ciertamente tienen una parte importante de la responsabilidad.

Pero hay más. Figari, como operador de Keiko, es quizás el principal encargado de transmitir las directivas y mantener el orden y disciplina en la heterogénea bancada de 72 congresistas. Eso, inevitablemente, ha motivado el descontento de varios de sus miembros que se han sentido maltratados, ofendidos y desdeñados.

Eso está siendo aprovechado por Kenji que mantiene una relación cordial y horizontal con sus colegas.

Antes se consideraba, desde fuera, que Keiko representaba el ala liberal y moderna del fujimorismo, mientras que Kenji, mucho más cercano a su padre, era considerado el líder de los conservadores. Sin embargo, los papeles parecen haberse invertido en el último tiempo.

Lo que no parece cambiar es la decisión de Kenji de disputar con su hermana la candidatura presidencial en las próximas elecciones. Como se recuerda, el 25 de abril del año pasado, antes de la segunda vuelta, dijo en un tuit: “La decisión es mía: sólo en el supuesto negado que Keiko no gane la presidencia yo postularé el 2021”. El supuesto se cumplió, ella perdió.

También escribió: “Keiko y yo creemos en la alternancia democrática y esa alternancia tendrá que darse también por casa. Sin dirigencias enquistadas”. Obviamente en esto tampoco está de acuerdo Keiko.

En el incidente del Sodalicio, las marchas y contramarchas del fujimorismo son directa consecuencia de la disputa entre los dos hermanos. Finalmente se impusieron, como era de esperarse, Keiko y Figari. Pero Kenji ha dado un paso más para fortalecer un liderazgo propio al defender una causa intachable, que lo perfila, si sigue en ese camino, como el candidato que podría vencer las resistencias del antifujimorismo que ha derrotado en las dos últimas elecciones a su hermana.

Una de las consecuencias podría ser que Keiko se decida –si es que no está ya resuelta– a tomar un atajo que permita elecciones adelantadas antes de que Kenji consolide su liderazgo.