La investigación científica en las universidades cumple un papel esencial en el desarrollo de los países, pues genera conocimiento que mejora el bienestar de las personas. En los últimos años, las publicaciones científicas en las universidades peruanas han experimentado un crecimiento sin precedentes: de cerca de 2.500 publicaciones en 2016 se ha pasado a más de 11.000 hoy. Instituciones que antes producían apenas unas decenas de artículos ahora publican cientos, y muchos investigadores registran veinte o más al año.
¿Cómo debemos interpretar este aumento? ¿Refleja una mejora en las capacidades científicas del país? El Premio Nobel de Economía 2025 ofrece una oportunidad para reflexionar sobre estas preguntas. Joel Mokyr —galardonado junto con Philippe Aghion y Peter Howitt— sostiene que el crecimiento económico y el desarrollo humano dependen del conocimiento útil, que combina dos dimensiones: la proposicional, que permite entender cómo funciona la naturaleza (por ejemplo, las leyes de la termodinámica); y la prescriptiva, enfocada en resolver problemas concretos (como diseñar una máquina de vapor). La historia muestra que el crecimiento sostenido surge cuando estas dos dimensiones de conocimiento se refuerzan mutuamente, cuando la teoría y la práctica —la ciencia y la ingeniería— dialogan y se complementan.
Una lectura apresurada de las ideas de Mokyr podría sugerir que basta publicar más artículos para impulsar la investigación y la innovación. Sin embargo, lo importante no es cuántos trabajos se publican, sino si la investigación genera conocimiento útil: el saber, el hacer y el encuentro entre ambos. Ante ello, cabe preguntarse si el crecimiento en las publicaciones recientes refleja ese tipo de avance. La respuesta no se obtiene contando artículos, sino evaluando si la investigación amplía nuestra comprensión y traduce ese conocimiento en impactos que mejoran la vida de las personas. Confiar solo en la cantidad para medir la capacidad de generar conocimiento útil es un error.
Si la verdadera medida de la investigación está en su capacidad para generar conocimiento útil, debemos también atender la calidad de los trabajos y los canales a través de los cuales se difunden. En todo el mundo crece la preocupación por la credibilidad de las publicaciones científicas. La proliferación de revistas con procesos débiles de revisión por pares y el aumento de los llamados “números especiales” han difuminado la frontera entre el descubrimiento genuino y la producción masiva de investigaciones de baja calidad. Algunos sistemas nacionales de evaluación, como el Publication Forum de Finlandia, responden asignando valor cero a estas publicaciones para proteger la integridad del trabajo académico. En el Perú, una parte importante del auge reciente se ha producido, precisamente, en este tipo de revistas, lo que plantea dudas sobre su sostenibilidad y su verdadera contribución al avance del conocimiento.
La comunidad científica peruana debe apostar por producir investigación que realmente profundice la comprensión y contribuya al desarrollo del país. Como recuerda Mokyr, el progreso surge al entender por qué funcionan las cosas y compartir ese conocimiento ampliamente. La tarea de nuestras universidades es hacer de la investigación algo más que un conteo de artículos: un proceso de creación de conocimiento útil que transforme vidas y fortalezca instituciones.
Finalmente, queremos subrayar el papel decisivo de las humanidades en este proceso, porque, al final, los valores, la moral y la ética determinarán si la creación de conocimiento útil logra una mejora real en las condiciones de vida y salvaguarda la dignidad humana.


