(Foto: Difusión)
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Ada Achic Encalada

Desde que el Congreso aprobara la ley que prohíbe el uso de leche en polvo en la producción de leche evaporada y fluida, se ha desatado una campaña desinformativa y tendenciosa. Esta campaña de mentiras ha alcanzado incluso a muy reputados periodistas y columnistas, y se ha extendido hasta la fecha, incluso después de la observación del presidente de la República.

Esta campaña ha estado basada en tres argumentos: i) la ley generará un aumento en los precios por el desabastecimiento del producto fresco; ii) este es un problema de libertad de decisión que se arregla con cambios en el etiquetado; y iii) esta ley atenta contra la libertad de comercio internacional y los tratados de libre comercio (TLC).

El primer argumento no tiene sustento. El viceministro de Políticas Agrarias, Benjamín Quijandría, desmintió una subida en los precios casi tan pronto como el rumor surgió. Se debe saber que los ganaderos peruanos producen 5,37 millones de kilos diarios de leche fresca. Además, que la demanda industrial es de 2,63 millones de kilos de leche fresca al día, lo que equivale al 48,9% de lo producido. En otras palabras, la oferta de leche fresca para la industria está cubierta, todo según cifras del Ministerio de Agricultura y Riego.

Por otro lado, la mal llamada “leche evaporada” se vende a los consumidores a S/3,40 el tarro. De este precio, solo el 28% representa el costo de la leche fresca, esto es, S/0,96. En otras palabras, incluso si el precio de la leche fresca subiera en S/0,10 (8% más), el precio de la leche de tarro al consumidor se incrementaría tan solo en 2,35% (0,08 centavos de sol por lata), y no exponencialmente, como alarma la industria.

Asimismo, debe tomarse en cuenta que entre diciembre del 2007 y diciembre del 2009, años en que se comenzó a mezclar la leche, el precio del tarro subió en 15%, sin que se registraran alzas en los insumos (por el contrario, en el 2008 se eliminaron los aranceles a la importación de leche en polvo, utilizada para hacer la mezcla). Del mismo modo, desde el 2007 y hasta la actualidad, el precio para el consumidor de leche evaporada ha subido en más de 40%, mientras que la inflación ha sido de alrededor del 25%, cifra similar al alza de la leche fresca.

Finalmente, la ley aprobada por el Congreso no restringe la importación de leche en polvo. Tampoco genera barreras arancelarias, paraarancelarias ni fitosanitarias que atenten en contra de la libertad del comercio internacional ni TLC alguno. No impide el uso industrial de leche en polvo en la elaboración de productos industriales. Esta podrá seguir siendo un insumo en todos los procesos. La diferencia será que los productos que resulten de la combinación con leche en polvo deberán ser reconocidos como “mezcla” por el consumidor.

Mientras que la leche fluida, la leche evaporada, la mantequilla, el yogur y el queso tendrán que ser hechos a partir del 100% de leche fresca para que puedan llamarse como tales. Esto redundará en que los peruanos podremos saber lo que realmente consumimos: una mezcla rebajada o un producto más natural. Esto es verdadera libertad económica, porque actualmente no existen más opciones en el mercado que únicamente mezclas con leche en polvo.

El proyecto se limita a tocar el tema de la calidad de la leche. Por ello, al presidente no tenía por qué temblarle la mano con aprobar la norma, lo cual esperamos que ahora haga el Poder Legislativo. La industria no tiene argumentos sólidos. Defender la salud y la alimentación de nuestros hijos debe ser una prioridad.