Leche
Leche
Federico Salazar

El Congreso de la República ha aprobado una ley que, de promulgarse, dejaría al país sin evaporada. Ni un solo tarro más.

Esta ley establece que la leche en polvo solo será utilizada para venderse como tal. No podrá ser utilizada como insumo en la producción de leche evaporada (exp. 17-015078, art. 2.2).

La idea, se supone, es que la industria compre a los ganaderos toda la leche que necesita. El problema es que la leche que producen todas las vacas del Perú no alcanza para cubrir todo lo que queremos tomar.

El déficit de leche industrializada en el Perú es de 325 mil toneladas. Eso es lo que no producen las vacas peruanas. Equivale a cerca de 900 mil latas por día.

La leche en polvo se importa para cubrir ese faltante. Restringir esa importación no va a hacer que se compre más leche de vacas peruanas, porque sencillamente ya se les sacó toda la leche que podían dar.

El problema más grave, sin embargo, es el de la producción de leche evaporada. Para producir leche evaporada es imprescindible contar con la leche en polvo. No hay cómo hacerlo de otra forma.

Las vacas no son todas iguales. Los establos no son todos iguales. Los pastizales no son todos iguales. No todos los ganados rumian igual.

Estas diferencias hacen que la leche no salga igual. Viene con distinta cantidad de grasa, de bacterias y de eso que llaman el “sólido lácteo” (el contenido nutricional más rico de la leche).

Las normas internacionales y nacionales obligan a que la leche evaporada tenga determinado porcentaje de “sólido lácteo”. No todas las vacas peruanas, sin embargo, aportan exacta y minuciosamente el mismo porcentaje.

Muchas vacas peruanas requieren la ayuda de las vacas extranjeras. La leche de esas vacas extranjeras llega en forma de polvo. La leche en polvo es leche de vaca, solo que está presentada en polvo.

Las vacas de Nueva Zelanda, Irlanda o Estados Unidos no pueden venir en avión, dejarse ordeñar y volver a sus países. Por eso traemos su leche en forma de polvo.

El líquido se puede convertir en sólido. Si hago hielo del agua, ese hielo no pierde la composición del agua. Lo mismo sucede con el polvo de la leche. La leche no deja de ser leche por estar pulverizada.

La leche en polvo es, simplemente, leche de otras vacas: de las que faltan en el Perú. Esta leche en polvo permite subir el porcentaje de “sólido lácteo” de aquellas vaquitas peruanas que no alcanzan el estándar.

La leche en polvo cumple niveles internacionales de calidad en su país de origen. Son procesos altamente calificados, certificados y fiscalizados. No hay leche en polvo bamba.

Gracias a la leche en polvo todas las latas de leche evaporada logran una misma calidad. Su contenido de “sólido lácteo” se hace homogéneo. Solo así se puede dar a todos los consumidores exactamente la misma calidad de leche.

Si se prohibiera hoy el uso de leche en polvo para hacer leche evaporada, mañana no podríamos comprar una sola lata. Tendríamos que ir al establo o comprar el porongo. Tendríamos que obedecer la orden del Congreso de la República de cambiar nuestra forma de consumo.

Esta prohibición es absurda. ¿O queremos ver a familias enteras haciendo cola en la puerta de los establos? ¿O instalamos mangueras de distribución, como cuando hay escasez de agua?

Ya no será el consumidor el que elija cómo consume la leche. Serán la legislación y el Estado los que nos digan cómo tenemos que tomar y darles la leche a nuestros hijos.

Tomaremos menos leche por mandato de los congresistas. Tomaremos, además, leche de calidad menos estandarizada. Tomaremos la leche de forma distinta a la acostumbrada.

Todos esos cambios vendrían por mandato de los congresistas. Por mandato, y por ignorancia de los congresistas.

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