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Alfredo Torres

El próximo viernes 28 el presidente se dirigirá a la nación. Las expectativas son diversas, pero la sensación general es común: concluye un primer año decepcionante. Más allá de las justificaciones valederas –los dos puntos de PBI que se llevaron el Caso Lava Jato y El Niño costero, más la actitud obstruccionista de muchos congresistas y los defenestrados ex funcionarios de la contraloría y la procuraduría– no caería mal un poco de autocrítica por errores que van desde malos nombramientos hasta torpezas en el manejo político. Pero lo más importante será lo que diga mirando el futuro.

Un primer dato que el presidente debe considerar es que el discurso que esperan la ciudadanía, los políticos y los agentes económicos no es el mismo. Los temas que más le preocupan a la ciudadanía son seguridad y corrupción, pero también educación y programas sociales. Los políticos estarán más atentos a los gestos y los mensajes subliminales. Los empresarios a las medidas para reactivar la economía. Pero unos y otros requieren recuperar la confianza en el gobierno y el futuro del país, necesitan un mensaje energizante.

En seguridad tiene algunas buenas historias que contar. El programa de recompensas y las megaoperaciones son bien vistos, pero la calle demanda más resultados: un salto cualitativo en las comisarías, por ejemplo, sería bien recibido. En corrupción, en cambio, prevalece una sensación de desconfianza. Un amplio sector de la opinión pública cree que el Gobierno no tiene mayor interés en la extradición del ex presidente Alejandro Toledo o en que se investigue a Ollanta Humala. Sería una oportunidad para aclararlo. A su vez, muchos piensan que el esfuerzo del Gobierno por sacar adelante el aeropuerto de Chinchero o la irrigación de Olmos revela falta de compromiso en la lucha contra la corrupción o, peor aun, intereses privados. Es una oportunidad para explicar la necesidad de que esas grandes obras no se paralicen.

En educación, hay varios avances que destacar, pero sería oportuno que se dirija a los maestros en huelga y a los padres de familia y alumnos perjudicados con una buena explicación de la relación entre crecimiento económico, mayor recaudación y aumentos salariales y la perspectiva de mejoras para el magisterio en función del crecimiento. En programas sociales, la opinión pública estará a la espera de una explicación de lo que se ha avanzado en agua potable. Todos recordamos que fue uno de los compromisos principales de PPK. Es el momento de presentar estadísticas de avance y planes de inversión para cumplir con ese compromiso.

En el campo político, el público más relevante al que debe dirigirse es Fuerza Popular, por su condición de mayoría en el Congreso. Como se sabe, los fujimoristas están a la espera del indulto, aunque con sentimientos encontrados. Para Keiko, la liberación de su padre sería una amenaza a su poder. Para Kenji, un refuerzo a sus aspiraciones políticas. El presidente ha anunciado que si el indulto se otorga, será por motivos médicos. Si es así, no corresponde que lo anuncie el 28 de julio, sino cuando la junta médica lo proponga. Lo que sí es cierto es que debe seguir tendiendo puentes con Fuerza Popular. No es realista pretender, como sostienen los antifujimoristas, que se puede gobernar en contra de ellos. De su colaboración u obstrucción depende el desarrollo del país. Así lo ha entendido la ciudadanía, que aplaudió el diálogo entre Keiko y PPK.

Otro sector político relevante son sus partidarios y simpatizantes. Es natural que quieran tener una mayor presencia en el Gobierno. Quizá pueda incluir a un congresista ppkausa u otro político afín en el Gabinete, siempre que sea técnicamente competente y de honestidad comprobada. Con respecto al otro extremo, la izquierda y Acción Popular, lo mejor es que no se haga ilusiones. Nada que pueda decir les resultará satisfactorio. Su apuesta es por el deterioro acelerado del gobierno, de manera de convertirse ellos en la alternativa al fujimorismo en las próximas elecciones.

En cambio, es importante lo que les diga a los empresarios grandes y pequeños. Luego de un semestre muy malo, el Gobierno llega a julio con dos buenas noticias: el “destrabe” de la línea 2 del metro y del aeropuerto Jorge Chávez. Si a ello se suman las obras para la reconstrucción del norte y los Panamericanos, el Perú podría estar ad portas de una reactivación. Pero el desarrollo económico no es solo infraestructura. Más simplificación administrativa y algunas políticas sectoriales serían bien recibidas. Por último, sería el momento para anunciar un gran proyecto al país. Por ejemplo, el tren de cercanías, que una la capital con sus provincias colindantes. PPK tiene que volver a despertar el ánimo de los inversionistas, especialmente en proyectos que generen mucho empleo y mejoras a la calidad de vida de más peruanos.