"Mes rosado", por Jennifer Llanos
"Mes rosado", por Jennifer Llanos
Redacción EC

Que en el Perú octubre siga siendo el mes morado ya casi califica de milagro. Sin embargo, como van las cosas, no es descabellado presagiar que falta poco para que un nuevo fenómeno de masas se apodere del décimo mes del año también en nuestro fervoroso país. También, porque en otros países del mundo, empezando por Estados Unidos, hace ya buen tiempo que octubre es sinónimo de rosado. 

Seguramente, usted ya ha visto en más de una ocasión el lazo rosado. Tal vez, también ya sabe que la idea del cada vez más ubicuo simbolito es transmitir un mensaje simple pero poderoso: “amigo, amiga, tomemos conciencia de la importancia de detectar a tiempo el cáncer de mama”. 

Sin embargo, a treinta años de iniciada esta campaña de ‘rosadificación’ del cáncer de mama, y a pesar de los billones de dólares que –según cálculos de la asociación Breast Cancer Action (BCA)– se habrían recaudado gracias a las donaciones que los fabricantes destinan a la prevención y la investigación cada vez que usted, solidario/a consumidor/a, compra o utiliza alguno de los ítems marcados con el cintillo rosa, lo que nadie sabe a ciencia cierta es a dónde va a parar todo ese dinero.

El hecho es que cada año hay más corporaciones dispuestas a ceder un porcentaje de sus ganancias a la “búsqueda de una cura”. Pero, según advierte Samantha King, en su libro “Pink Ribbons, Inc” (2008), la decisión de concentrarse en la importancia de encontrar un remedio y no en la necesidad de identificar y combatir las causas del mal no es nada casual: muchos de los productos que enarbolan orgullosamente un lazo rosado contienen sustancias químicas relacionadas con un incremento del riesgo de padecer cáncer de mama. Es lo que la BCA ha bautizado como ‘pinkwashing’ y que consiste, en pocas palabras, en lavarse la cara ofreciendo fondos para resolver un problema causado por los propios anunciantes, entre los que se cuentan marcas de cosméticos (cuyos componentes no son precisamente transparentes), de comida chatarra (y sus ingredientes ultraprocesados), de autos (principales emisores de gases contaminantes) e inclusive –según acaba de darse a conocer– de sistemas de perforación hidráulica de yacimientos mineros. 

Ante la imposibilidad de fiscalizar a los, cada vez más numerosos, sponsors del ‘pink ribbon’, BCA se ha propuesto movilizar a los usuarios con la iniciativa ‘thinkbeforeyoupink’. Que, en buen peruano, bien podría traducirse como “amiga, date cuenta”.