El debate político central de las últimas semanas ha girado en torno a la supuesta ideología de género que el Ministerio de Educación buscaría impulsar en las escuelas del país. El colectivo Con mis Hijos no te Metas ha marchado por las calles de Lima y otras ciudades del país exigiendo que se retire el concepto de género del currículo nacional de educación. Según Beatriz Mejía, vocera de este colectivo, hablar de género en vez de sexo puede confundir a los niños y que estos acaben “teniendo una orientación sexual distinta a la que deberían tener conforme su sexo biológico”. En resumen, lo que preocupa al colectivo es que el colegio vuelva homosexuales a sus hijos.
Uno de los argumentos centrales de quienes se oponen al trato del género en la educación escolar es que, según ellos, representan a una mayoría de peruanos. Este argumento es sumamente problemático.
En primer lugar, es peligroso. El argumento de las mayorías es el que a menudo utilizan gobiernos autoritarios para coartar derechos a las minorías. En temas de derechos fundamentales como la identidad, los criterios de opinión pública deberían pasar a un segundo plano.
En segundo lugar, no está claro que sea cierto que son mayoría. En la cuestión concreta de la identidad de género hay una mayoría a favor de que se trate este tema en las escuelas. Según la encuesta de Pulso Perú de febrero, entre quienes entienden el significado del concepto de igualdad de género, el 71% está a favor de que se discuta en el colegio. El hecho de que el colectivo Con mis Hijos no te Metas pueda convocar una marcha de miles de personas no significa que sean mayoría. La mayoría silenciosa parece sí querer dialogar sobre este tema en las escuelas.
El debate sobre la llamada ideología de género ha generado la posibilidad, perdida en parte, de explicar con absoluta claridad qué tipo de sociedad se busca construir al discutir conceptos como identidad de género en el currículo nacional. Pero ha sido en parte una oportunidad perdida porque, frente a la posición militante del lado contrario, no ha habido una respuesta firme capaz de construir un relato más completo sobre la inclusión. Porque, en definitiva, esa es la arena en la que se debería librar este debate en un país tan claramente marcado por tantas formas de discriminación. Inclusión versus exclusión, ¿de qué lado estamos?
La importancia de discutir temas de género en las escuelas trasciende el debate coyuntural de la ideología de género y está estrechamente ligado a los avances en los derechos de las minorías sexuales. Los escolares que hoy sean sensibilizados frente a la discriminación de género es muy probable que defiendan posiciones más progresistas en este debate cuando sean adultos. Y la realidad es que, si bien los criterios de opinión pública no deberían primar en la decisión de extender derechos a minorías sexuales, las leyes las hacen los políticos con un ojo puesto en las encuestas y la siguiente elección. Para ampliar derechos hay que ganar la calle.
Ahí, precisamente, los resultados no son tan alentadores. El Perú sigue siendo un país profundamente homofóbico y en eso sí parece haber una mayoría. Según una encuesta del 2014, el 22% desaprueba firmemente que un homosexual pueda postular a un cargo público –los que aprueban firmemente que sí pueda postular son solo el 5,5%–. En un estudio del 2012, el 44,3% de encuestados nombraba a los homosexuales como un grupo que no quisiera tener de vecinos. El mismo estudio mostraba que para un 30% de peruanos, de ninguna manera se justificaba la homosexualidad. En cuanto a la extensión de derechos, el rechazo a la unión civil de personas del mismo sexo –ni siquiera el matrimonio gay– está estancado entre el 65% y el 70%, dependiendo de la encuesta.
Sin embargo, no todo está perdido. Una de las principales conclusiones de la mayoría de encuestas es que son los más jóvenes y quienes tienen mayor nivel educativo los que más aceptan a las parejas del mismo sexo, ya sea si se les pregunta por la unión civil o por la disposición a tener un vecino gay. De modo que el Ministerio de Educación debe seguir adelante. La igualdad de todos ante la ley es un elemento central de una sociedad y cultura democráticas. Si en el mediano y largo plazo queremos hacer avances más concretos en materia de equidad de género, es necesario llegar a un número mayor de jóvenes. La educación es el instrumento fundamental.