Napoleón y el Perú, por Francisco Miró Quesada Cantuarias
Napoleón y el Perú, por Francisco Miró Quesada Cantuarias

es hijo de Raúl Ferrero Rebagliati, del que fui alumno en un curso de historia. En él hacía gala de su profundo conocimiento de dicha materia.

Raúl contrajo matrimonio con la señora Yolanda Costa y tuvo varios hijos, entre ellos Augusto y Raúl. Ambos heredaron el estudio de abogados fundado por su padre, pero cada cual tenía aficiones diferentes. Tanto Raúl como Augusto son destacados juristas, pero el segundo, sin descuidar sus obligaciones, se dedica a investigar temas sobre música clásica y es un experto en .

Después de varios años de investigación, acaba de publicar un libro titulado “Napoleón y el Perú”, escrito en italiano. Se presentó en el Salone Ercole, del Palazzo Farnese, de Roma. El acto enorgullece a la intelectualidad peruana por el gran valor cultural que revela la obra. Ella exhibe la colección de documentos relacionados a Napoleón de propiedad del autor.

A sus comentarios se han sumado los de José Antonio Chang, rector de la Universidad San Martín de Porres; Mariapia Fanfani, viuda del distinguido político italiano Amintore Fanfani; Gianni Letta, permanentemente voceado como candidato a la presidencia italiana; Lamberto Dini, ex presidente del Consejo de Ministros y senador; Alain Le Roy, embajador de Francia en Italia que fue el oferente en la presentación del libro, y María Elisa Tittoni, estudiosa de Napoleón.

El libro contiene, como ya apunté, documentos de Napoleón, sus padres, esposas, hermanos, hermanas y familiares políticos, así como cartas de Mirabeau, Guillotin, los dos ministros más célebres de Bonaparte (Talleyrand y Fouché), los generales Blucher y Wellington, quienes derrotaron al Gran Corso en Waterloo.

Los últimos documentos del libro se refieren a quienes sucedieron a Napoleón como gobernantes: los reyes Luis XVIII, Carlos X y Luis Felipe de Orleans, así como el emperador Napoleón III y León Gambetta, político con quien renace la República.

Además exhibe dos óleos que reflejaron la importancia que tenía Napoleón Bonaparte en el Perú. Uno es su retrato, de procedencia francesa, adquirido por Totó Giurato, distinguido italiano, peruanista y coleccionista de importantes obras sobre el pasado italiano en nuestro país, y el otro es “La Vergine pellegrina”, del final de la época virreinal de propiedad del autor, que presenta curiosamente a la Virgen y al Niño con el tradicional bicornio napoleónico.

Ferrero informa en su obra que Napoleón III fue descendiente directo de Josefina, pues su madre era Hortensia, la hija de la ex emperatriz. No así de Napoleón I. Incluso la paternidad de su hermano Luis Bonaparte está en duda. En su libro “Napoleón III y su alegre imperio”, John Bierman escribe que el emperador debía conocer los rumores acerca de la identidad de su progenitor. Este autor cita las burlas crueles de Víctor Hugo en “Los castigos”: “Este hijo del azar [...] cuyo nombre y cuya cuna es fraude”. El hecho de ser hijo de Hortensia y la filiación con su presunto padre que, como informa “Le Figaro”, le ha sido negado por la prueba del ADN logra que Josefina le haya ganado la partida al emperador que la desechó, pues el Segundo Imperio encumbró a su nieto y no a Napoleón II, que murió en plena juventud y “prisionero” en la Corte de Austria.

En la revista “History Today”, aparecida en Londres en julio del 2005, Cristopher Woodward narra cómo Lord Cochrane se propuso trasladar a Napoleón de su prisión en Santa Elena y establecerlo como gobernante en uno de nuestros países, tal vez el Perú. Lo de Lord Cochrane es sin duda un caso curiosísimo de admiración a un héroe enemigo, aunque no llama la atención si tenemos en cuenta la profunda enemistad que tenía el marino francés con su gobierno.

Sobre el mismo argumento, en el 2007, el investigador argentino Emilio Ocampo escribió el libro “La última campaña del emperador Napoleón y la independencia de América”. A su vez, en su excelente novela “El imperio eres tú”, Javier Moro reflexiona en España que la extravagante idea de Lord Cochrane de liberar a Napoleón lo singulariza, lo que probablemente hubiera conseguido si el emperador precisamente en aquel tiempo estaba ya casi agónico en Santa Elena.

Felicito a Augusto Ferrero Costa por el extraordinario libro que ha escrito sobre Napoleón y el Perú. Es un importante aporte a la ya larga biografía del emperador de los franceses, que tuvo valores republicanos.