"Las partículas y la magia", por Marco Aurelio Denegri
"Las partículas y la magia", por Marco Aurelio Denegri
Redacción EC

En física se dice partícula elemental de la que no puede descomponerse en otras más simples. El electrón, por ejemplo, es una partícula elemental.

Pues bien: el libro de Jesús Mosterín, Crisis de los Paradigmas del Siglo XX, reúne una serie de conferencias que Mosterín dio entre nosotros hace algunos años y que contaron con la participación de distinguidos panelistas. Uno de ellos, el científico peruano Modesto Montoya, dice en una de sus intervenciones lo siguiente:

“Creo que es fundamental, en la física de partículas y en la mecánica cuántica, en particular, el concepto de la no-separabilidad de las partículas. Se demuestra experimentalmente que dos partículas que han estado unidas, si en algún momento se separan, nunca perderán la comunicación instantánea a una velocidad mayor que la velocidad de la luz.”

Esta no-separabilidad de las partículas acaso sea demostrativa de la validez de uno de los principios de la magia. En efecto, según la magia, las cosas que han estado en contacto, nunca dejan de estarlo, aunque de hecho ya no lo estén. Si yo me corto el pelo, o si me corto las uñas, o el pelo y las uñas, juntamente, entonces, tanto el pelo cuanto las uñas, dejan de estar en contacto con mi cuerpo, ya no forman parte de él. Sin embargo, de acuerdo con la magia, el pelo y las uñas, aunque hayan sido cortados y desprendidos del cuerpo, siguen estando en contacto con él. 

Aquí estamos ante una no-separabilidad mágica, que yo no me atrevería a decir que equivale a la no-separabilidad de la mecánica cuántica, pero se parecen.

El mago recoge las uñas y el mechón de pelos y practica con ellos las ceremonias correspondientes y recita los conjuros, aplicando otro de los principios de la magia, que también es el principio del fetichismo sexual, o sea el de la parte por el todo.

El fetichista que acaricia, en el recogimiento de su alcoba, a solas, deleitándose, un mechón de su amada, o el calzón de ella, lo que en realidad está haciendo es acariciar a su amada, porque ni el mechón ni el calzón se han desvinculado realmente de ella. Así lo establece la magia y el fetichista lo cree a pie juntillas y lo siente hondamente.

No hay que olvidar que el término fetiche nos viene del portugués a través del francés, y en portugués significa ‘embrujo’, ‘hechizo’, ‘encantamiento’.