(Ilustración: Giovanni Tazza)
(Ilustración: Giovanni Tazza)

Como está sucediendo en Francia, el equilibrio partidario tradicional entre centroderecha y centroizquierda se ha roto en España. Las causas tienen raíces económicas y políticas. Los medios de comunicación han informado sobre ello, pero pude constatarlo hace unos días durante una breve estadía en Madrid. 

Por un lado, está la burbuja financiera del 2008. Por el otro, una fuerte desconfianza en las élites políticas y la burocracia no solo estatal sino de la Unión Europea.  

Estos hechos determinaron que surjan nuevas agrupaciones políticas. Entre ellas Podemos, una izquierda periférica del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), y también Ciudadanos, una organización política liberal. 

La aparición de estos partidos constituye una respuesta a la crisis política. Todo dentro de un contexto aun más crítico como son los intentos por desligar a Cataluña del resto de España, una bomba de tiempo que podría estallar definitivamente. La crisis ha llegado a tal punto que incluso está afectando la enseñanza del castellano en Cataluña, un tema que ha generado arduo debate. 

Hasta ahora no existe una salida clara y menos tras el desplante de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, y del presidente del Parlamento catalán, Roger Torrent, al rey Felipe VI a finales de febrero en el Mobile World Congress en Barcelona. Impertérrito y como si nada hubiera pasado, el rey pronunció un discurso durante la inauguración del congreso. 

Dentro de este contexto político y social, José Fuentes, mi íntimo amigo español que adora el Perú, me recibió en Madrid con la frase: “Bienvenido a este país telúrico”. Le respondí: “Telúrico es el mío”. Pero, valgan verdades, España está muy movida y enfrentada principalmente por el caso catalán. Se trata de uno de los momentos más difíciles y decisivos en su historia.  

En el marco de este proceso también se debate sobre democracia participativa y su aplicación con la intención de superar la crisis de desconfianza y desafección ciudadana. Algo que también ocurre por estos lares. 

Resulta que la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, está impulsando unos foros vecinales, aceptados principalmente por la izquierda con orientación como la de Podemos, pero criticados por Ciudadanos, el Partido Popular e incluso el PSOE. Esta es una muestra de cómo ciertas élites le tienen terror a la participación ciudadana como medio para empoderar a las personas de a pie. 

El Ayuntamiento de Madrid (en España por lo general le llaman ayuntamiento a la municipalidad) considera que estos foros son “un espacio de todos […] en donde se puedan reunir para debatir, trabajar una iniciativa para mejorar la ciudad desde la perspectiva de sus barrios y distritos”. Las asambleas se realizan en todos los distritos de Madrid y ponen en debate una serie de temas que luego se votan. Si las propuestas son aprobadas se elevan a los plenos de los consejos distritales e incluso pueden llegar hasta el Consejo de Madrid. 

No me cabe la menor duda de que estos foros van a contribuir a que se recupere la confianza y disminuya la desafección ciudadana. Hace unos años, con las audiencias organizadas por El Comercio tuvimos una experiencia similar porque la gente común quiere ser escuchada, participar y dar su opinión. Solo basta que existan foros, es decir, que la participación esté institucionalizada. 

La eficacia de estas asambleas radica en que muchas veces se consiguen resultados importantes para los vecinos. En el 2009, El Comercio organizó una audiencia internacional, precisamente en Madrid, para que los peruanos que vivían en España participasen. Asistieron más de 400 personas. 

Aquel foro peruano-español duró tres horas y contó con la presencia de distintas autoridades. Entre ellas, el entonces embajador en España Jaime Cáceres y el director de Migraciones del gobierno madrileño. Antes de iniciar el encuentro fui recibido por quien era en aquel entonces la presidenta del Gobierno Autónomo de Madrid, Esperanza Aguirre, a la que le expliqué en qué consistían las audiencias que el Diario promovía en el Perú y cómo era nuestra metodología de trabajo. 

El evento fue muy participativo y eficiente porque gracias a él se lograron algunos resultados para los peruanos residentes en España. Por ejemplo, agilizar trámites para obtener algunos documentos como la licencia de conducir.  

Estos hechos no solo son un ejemplo de que con la democracia directa se consolida la libertad de expresión y la opinión pública, pilares de la democracia más elemental. También de que se logran objetivos y que las autoridades rindan cuentas de su gestión. A la voz del pueblo no hay que tenerle miedo.