Partidos políticos y calidad de la democracia, por Fco. Miró Q.
Partidos políticos y calidad de la democracia, por Fco. Miró Q.

En diversos artículos hemos sostenido que la baja calidad de la democracia en el Perú se debe a cinco factores, todavía presentes en su mayoría. Decimos en su mayoría, porque la tendencia a lo largo de estos 17 años del presente siglo indica que ya habríamos superado el “péndulo del poder”. Es decir, esa práctica muy común desde que nos independizamos, que implica pasar de gobiernos civiles a militares y viceversa, algo que impidió, por ejemplo, que podamos consolidar un sistema de partidos sólido.

Aun así, todavía siguen vigentes la cultura autoritaria, el caudillismo, el clientelismo y el secretismo. Estas características se manifiestan fuertemente en los partidos políticos. Tal situación se ha intentado superar a través de la Ley 28094, Ley de Organizaciones Políticas, pero a pesar de los intentos legislativos la costumbre se ha impuesto a la norma, más allá del reconocimiento constitucional de las organizaciones partidarias. La Ley de Organizaciones Políticas define las elecciones internas para todos sus militantes. Indica además que hasta la cuarta parte de los candidatos puede ser designada directamente por el órgano del partido que señale el estatuto. Esta potestad no puede ser aplicada para el caso de los candidatos a la presidencia y vicepresidencia de la República, los cuales deben ser necesariamente elegidos en elecciones internas. Sin embargo en la mayoría de los casos vemos que ello no se cumple realmente. Salvo excepciones, los candidatos a la presidencia y vicepresidencia terminan siendo elegidos por delegados designados por la cúpula que tiene el control del partido y está al servicio del caudillo de turno. Esto también lo permite la ley en el inciso c) del artículo 24.

Pruebas al canto: salvo la excepción de Acción Popular, en que hubo elecciones internas, los demás  partidos que tuvieron protagonismo en las elecciones del año pasado, como Alianza para el Progreso, Perú Posible, Fuerza Popular, Peruanos por el Kambio, Todos por el Perú, Frente Amplio y Alianza Popular –este último un frente entre el  Apra y el PPC–, presentaron lista única y fueron elegidos a través de delegados. Y en cada elección el candidato único no tuvo ni siquiera un solo voto en contra.

La situación preocupa, porque lo que debería ser la excepción (candidatos solos con lista única y elecciones por la vía de delegados y no por votación directa) se ha convertido en una regla constante y  permanente. En consecuencia, para que realmente exista democracia interna, la elección a través de delegados debería ser derogada de la ley vigente. Así quedaría descartada la intermediación de los delegados, cuya elección en diversos casos no es transparente, lo que refuerza la figura del candidato único y de “su plancha” única, y se podría establecer que las elecciones se realicen por el voto universal, libre, igualitario, directo y secreto de los militantes.

Además de este caso, otro factor de la baja calidad de la democracia  en los partidos es el clientelismo. Aquí sí se ha producido un avance con la reciente modificatoria de la ley de partidos vigente, relacionada con sanciones a candidatos u organizaciones políticas que durante el marco del proceso electoral efectúen “la entrega, promesa u ofrecimiento de dinero, regalos, dádivas u obsequios de naturaleza económica de manera directa o a través de terceros, salvo aquellos que  constituyen propaganda electoral”.

Como se sabe, en el último proceso electoral se presentaron dos casos con candidatos importantes  y proyección política, uno a la presidencia y el otro a la vicepresidencia. Hubo debate en los medios sobre este asunto, unos sostuvieron que la sanción de separarlos de su candidatura fue exagerada, otros se pronunciaron a favor. 

La diferencia entre estos dos casos de efectos de las reglas legislativas está en que mientras en el primer caso –permitir la elección por delegados– se refuerza el caudillismo, en el segundo se pone en jaque el clientelismo, y esto es un paso significativo para mejorar la democracia en el Perú.

El hecho es que la realidad se impone a la norma, porque el caudillismo sigue predominando sobre la ley. Por ejemplo, tal como informó El Comercio el , en un partido como APP el presidente es vitalicio y lo mismo sucede en Fuerza Popular, en el que muchos artículos de su estatuto están en femenino, por lo que se puede interpretar que Keiko será siempre la presidenta. Casos como estos profundizan aun más la baja calidad de la democracia en los partidos políticos.