El pasado domingo 4, el Perú supo del asesinato de 13 trabajadores en . La eficacia de la estrategia del contra la delincuencia que se expande por el territorio nacional está en cuestión. Vale decir, sus medidas centradas en la declaración del estado de emergencia, el incremento de la participación policial y el patrullaje militar. Sin ánimo de enconar la situación, esto no está funcionando.

La reacción del Gobierno ante la insuficiencia de su estrategia está siendo preparar o proponer más leyes o normas. Sin embargo, todo indica que el camino no pasa por ahí. El problema ahora no es legal, sino operativo; de falta de voluntad política y de capacidad para vencer los poderes ilegales.

¿Hay trabajo de inteligencia en Pataz, y comunicación de resultados a las instancias del caso? La actividad delictiva en la provincia no es nueva. ¿No hay pistas sobre quienes son los cabecillas del crimen organizado en la zona? No necesariamente acerca de los jefes de las bandas, porque pueden estar en Trujillo, en Lima o incluso en el extranjero, pero ¿los enlaces y operadores principales en Pataz? ¿Quiénes armaron el operativo que acabó con el asesinato de los 13 trabajadores, secuestrados desde varios días antes? ¿De dónde provienen las armas?

Recientes informes de Eduardo Quispe para Perú 21TV (7/5/2025) y de Martín León para El Comercio (11/5/2025) permiten entender, o intuir, al menos, la dimensión y complejidad del problema en la localidad liberteña. Las decenas de socavones ¿ilegales, informales? están a la vista; hay una abierta acción de “emprendedores” ¿informales o ilegales?, tráfico de explosivos y descontrol sobre las procesadoras y los vehículos que se trasladan hacia la costa. ¿Por qué no se pueden intervenir polvorines, camiones, tractores, grúas, la diversa maquinaria utilizada? ¿Tienen demasiado poder los ilegales?

El problema mayor no es, pues, falta de leyes. Es probable que la resistencia a todo tipo de control en la zona sea múltiple y que esto dificulte la toma de decisiones. Sin embargo, son los problemas concretos que corresponde enfrentar, como también la coordinación entre la policía, las Fuerzas Armadas y la fiscalía, junto con la precisión y actualización permanente de sus misiones específicas.

Todo esto sin olvidar que la impunidad es el peor mensaje. Tomemos nota: si no hay avances, estamos dejando que matar sea un asunto fácil. En Iquitos, el miércoles 7 fue asesinado el periodista Raúl Celis López, director de noticiero de radio Karibeña.





*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Santiago Pedraglio es Sociólogo

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