Los primeros días del gobierno del presidente Pedro Castillo demuestran que, contrario a lo que los ilusos peruanos creían, no solo va a implementar su plan de gobierno y todo lo que anunció en campaña, sino que lo hará sin demora alguna.
En la narrativa simplista del profesor, el Perú es un país injusto y discriminador en el cual los descendientes de españoles se han impuesto a costa de los derechos de los verdaderos peruanos y, por ello, su gobierno refundará el Estado impulsando la lucha de clases y rompiendo instituciones coloniales.
Perú Libre, a diferencia del resto de “partidos” políticos representados en el Congreso, es un partido con militancia real e ideología política. Sus militantes tienen formación política, experiencia en sindicatos, en organizaciones de base y, sobre todo, en la calle. Conocen el Perú, ese que no es Lima, y han sabido articular un solo discurso y una sola imagen: “no más pobres en un país rico”. A diferencia de cualquiera de los políticos de oposición que están hoy en el Legislativo, Castillo y sus huestes tienen, además, muy claro por qué y para qué llegaron al poder. Como marxistas, lo primero que han hecho es tomar el control del Estado y empezar a agudizar las contradicciones.
Analicemos cinco estrategias iniciales del Gobierno:
(i) Castillo gobernó los primeros días desde su casa, sin agenda ni registro. Y si bien terminó mudando su despacho a Palacio, el manto de oscuridad sobre sus actividades y la limitación a la prensa continúan. En Breña o en la Plaza de Armas, Castillo actúa entre sombras y silencios.
(ii) El Gobierno agudiza las contradicciones buscando, con cada nombramiento y cada declaración, provocar. Está buscando construir un gran enemigo del pueblo que le sirva de pretexto para destruir y refundar el sistema.
(iii) Perú Libre y sus aliados de izquierda “moderada” pretenden sacar adelante una asamblea constituyente sin importar si cuentan o no con el apoyo de la población. No les importa el impacto positivo de la Constitución de 1993 en el desarrollo del país, la reducción de la pobreza y la mejora de las condiciones de vida de los peruanos. Aunque vengan con el disfraz de la democracia, la defensa de la libertad no ha sido nunca un interés de la izquierda. Una constitución como la que plantean busca limitar la libertad, controlar a los ciudadanos y destruir la creación de riqueza. Y aquí es donde la izquierda busca engañar con la excusa de la constituyente para hacer creer que el desarrollo y el acceso a infraestructura se pueden imponer por decreto. Las constituciones políticas han sido creadas para que los ciudadanos puedan ponerle límites al Estado y no para que el Estado pueda controlar a los ciudadanos.
(iv) La creación de una milicia ilegal, el brazo armado que responda al partido. El pretexto es la seguridad ciudadana. El objetivo es controlar a los peruanos y amedrentarlos cuando sea necesario. Parafraseando a Abimael Guzmán, las rondas urbanas serán los mil ojos y oídos del partido. Ya están organizadas y tomando posición en diversos barrios de Lima y regiones.
(v) Desaparecer la información que vincula a Sendero es clave para mantenerse en el poder. Por ello, el miércoles 11 de agosto, seis equipos de inspectoría policial realizaron una sorpresiva intervención en la Dirección contra el Terrorismo (Dircote). Esta institución tiene información clave de inteligencia, testigos protegidos y colaboradores eficaces. Y es la misma institución que abrió investigación preliminar al primer ministro Guido Bellido, al congresista Guillermo Bermejo y al “asesor” Vladimir Cerrón por el delito de terrorismo.
La democracia en el Perú ha sido históricamente boba, y hoy aquellos ilusos que decidieron creerle al profesor, a pesar de que anunciaba lo que haría una vez en Palacio, siguen sin querer ver la barbarie a la que nos enfrentamos.