¿Cómo pensar esa tumultuosa emergencia?, por Hugo Neira
¿Cómo pensar esa tumultuosa emergencia?, por Hugo Neira
Hugo Neira

Es tiempo de que comencemos a preguntarnos qué es el fujimorismo. No solo el electoral sino el social. La otra noche, la del miércoles pasado, después de un grato encuentro con un editor amigo en el café Haití, tenía en mi agenda ir al programa de Alfonso Baella, y como me quedaba un hueco de tres horas, y Lima no da para volver a casa y volver a salir, me metí a un cine, el Pacífico. Y vi “X-men”, lo cual me sirvió para una metáfora a la hora de estar en cámaras. Uno de los personajes, un mutante, se pregunta dolorido por qué los humanos los persiguen. Y la respuesta es: “Los hombres tememos lo que no entendemos”. Los mutantes de esta hora son esos estratos, la tumultuosa aparición de un electorado quizá con una concepción distinta del bien común, y que esta vez no viene de la derrota social sino de un ciclo económico nuevo, del negocio propio y los empleos precarios. De una historia todavía no escrita. 

¿Qué son? No son ni quieren ser forzosamente empresarios estatales, lo que los diferencia de la izquierda clásica. Vienen de la migración, pero no todos. La gente que ha recibido a Keiko en Puno no se ha movido de Puno. Lo que está claro es que son gente del mundo del trabajo, del empoderamiento, de la dinámica del mercado al que han entrado tras medianas y pequeñas empresas. Nuevas capas sociales que buscan una representación política. ¿Y qué hacen sus rivales, en otras candidaturas? Los llenan de insultos. Sostienen con toda la solemnidad del mundo que millones de peruanos quieren una dictadura sangrienta. Es una barbaridad pero lo creen, o necesitan creerlo.

La otra noche, un amigo me invita al coctel de cumpleaños de Keiko, y recaudación de fondos, un poco como en las campañas electorales en los Estados Unidos. Yo miraba a los presentes. Por deformación profesional, observo. ¿Saben que vi? Damas bien vestidas, caballeros en corbata, el mismo atuendo que en cualquier otra reunión social. Algo que trasciende la ‘realpolitik’ que acostumbramos. Gente numerosa que asciende. ¿La globalización desde abajo? No es la primera vez en mi vida que asisto al advenimiento de lo imprevisto. Me pasó en el Cusco cuando las invasiones de tierras. La segunda vez fue el movimiento espontáneo de jóvenes elitarios y sin embargo rebeldes, mayo del 68. 

Lo que está ocurriendo es bastante nebuloso, lo admito. Pero es potente, real. Ya no cabe en el libro de Iván Degregori, “la década de la antipolítica”, magnífico trabajo pero para los años 90. En suma, me parece que no solo hay pueblo en lo que ha conseguido Keiko con su trabajo de campo de cinco años consecutivos, sino que ha reclutado nuevas capas emergentes. De ahí el sentimiento de fastidio de otras élites. Inconfesable. Los anti-Keiko necesitan creer que es una repetición del pasado. Es más fácil de entender. Y hacen lo mismo que hacían los adivinos precolombinos, sacaban la momia o panaca, la llevaban a la plaza pública y la hacían hablar. Está en Guaman Poma. La pobre momia qué podía hacer sino hablar del pasado. Así no vieron llegar ni los galeones ni los castellanos, ni las consecuencias de su guerra civil entre atahualpistas y huascaristas. ¡Y perdieron!

Algunos jóvenes politólogos y sociólogos me han reprochado no haberlos leído. Tienen razón. Resulta que Carlos Meléndez tuvo la gentileza de enviarme el PDF de su libro. Pero mi computadora no pudo leerlo. Tuve que esperar llegar a Lima y adquirir el libro. “Anticandidatos 2016” es un trabajo estupendo. Sin embargo, sigo en mis treces. Estimado Paolo Sosa Villagarcia, te ocupas de “El despertar de Fuerza Popular” y abordas el fujimorismo social, pero mucho más el político. Pero yo hablo de ir más lejos en lo tectónico, como lo llamo. Las capas geológicas sobre las que emerge ese partido, como dices, “lleno de paradojas”.

Nos guste o no, es algo nuevo. Lo he dicho, la sociedad peruana se mueve más rápidamente que sus antropólogos. Y cuando no se sabe qué es algo, no se dice “no sé”, sino se inventan profecías. Recuerdo lo que me contaron cuando Sendero Luminoso. Un sesudo profesor universitario me decía que si Abimael Guzmán no era indigenista, de todos modos los apus soplaban sobre su espíritu. Así somos, preferimos los mitos al estudio de lo real. La fantasía desatada del temor (infundado) por el antikeikismo en estas últimas semanas da para una novela de ciencia ficción. Sí, pues, los mutantes. Parece que el 6 de junio el sol no sale y el Centro de Lima se llena de gente que camina dando tumbos como los zombis de las películas de terror americanas.