La primera partida de ajedrez, por Federico Salazar
La primera partida de ajedrez, por Federico Salazar
Federico Salazar

El presidente electo, Pedro Pablo Kuczynski, pedirá facultades especiales para legislar. Será la primera prueba del peculiar equilibrio de poderes que hemos establecido en el último proceso electoral.

La mayoría del Congreso podría negársela. Una negativa a rajatabla de la primera iniciativa del gobierno recientemente elegido sería, sin embargo, contraproducente para la primera fuerza política del Congreso. 

Eso no quiere decir que Fuerza Popular esté contra las cuerdas en la primera partida del ajedrez político venidero. Tendrá que escuchar los argumentos del presidente y evaluar cada caso con criterio técnico y político.

El sistema electoral establecido en la Constitución otorga el mandato presidencial a quien gane la votación en segunda elección, sin condiciones. La mayoría en el Congreso no podría, pues, amarrar de pies y manos al presidente recientemente elegido.

La mayoría, en cambio, puede ser estricta en las condiciones que pone la Constitución para facultades delegadas. El Ejecutivo tendrá que sustentar las materias específicas en las que quiere legislar y tendrá que dar cuenta al Congreso (art. 104).

Kuczynski ha adelantado que pedirá las facultades especiales en materias de seguridad ciudadana, economía, lucha anticorrupción y agua potable. El Congreso debe facilitar la tarea de gobierno, pero eso no significa girar un cheque en blanco. 

Se requieren medidas inmediatas para combatir la delincuencia. No se requiere cualquier medida. El Ejecutivo debe sustentar meticulosamente su plan de trabajo y la necesidad de legislar en esta materia. 

Los grupos en el Congreso no pueden imponer sus planes de gobierno en esta materia. Esos planes no han sido elegidos para gobernarnos. Tampoco tienen que aceptar cualquier mamarracho del Ejecutivo.

El Congreso debe exigir el máximo rigor técnico en el pedido, sin llegar a la obstrucción. Es un arte de equilibrio al que se ha recurrido poco, pero al que tendremos todos que acostumbrarnos a raíz de esta elección.

Este celo y este arte deberían ejercerse en cada una de las materias. En el tema económico, por ejemplo, la amplitud es tal que se necesitará de un esfuerzo de precisión del Ejecutivo. El Congreso (y no solo Fuerza Popular) tiene todo el derecho de hacer esa exigencia.

La necesidad de medidas urgentes en materia de lucha contra la corrupción no se puede discutir. Sí se debe discutir, empero, cuáles áreas se requiere enfrentar desde las facultades delegadas. Y se debe exigir, además, el inicio de un estudio del fenómeno, en todas sus facetas.

Las reformas en esta materia que se requiera emprender después de ese estudio (que no tenemos) tendrán que hacerse tanto desde el Ejecutivo como desde el Congreso. En realidad, desde todas las principales instituciones involucradas.

En el tema del agua potable, también mencionado por Kuczynski, tendrán que ponerse todos los reflectores. Ninguna agrupación ha presentado un diagnóstico de la situación y se conoce el interés del presidente electo en el tema. Debe redoblarse, para mayor tranquilidad, la fiscalización, para evitar eventuales favoritismos con grupos de intereses.

Al propio nuevo gobierno le conviene mitigar cualquier sombra en relación a lobbies o favoritismos. Tratándose de un tema que es privativo del plan de gobierno de Peruanos por el Kambio, el del agua potable debe someterse a un especial escrutinio.

La clave, por eso, está en la fórmula constitucional: la especificación de la materia a legislar y la cuenta que se debe dar al Congreso.

Estas prescripciones han sido casi un saludo a la bandera en otros regímenes. La mayoría de Fuerza Popular puede plantear una reforma constitucional al respecto, después de conceder las facultades de la primera solicitud del nuevo gobierno. Dicha reforma debe restringir las condiciones dispuestas para esta institución.

La democracia, después de todo, es equilibrio de poderes, pero, también y sobre todo, limitación del poder.