(Ilustración: Giovanni Tazza)
(Ilustración: Giovanni Tazza)
Natalia Sobrevilla Perea

Cuando pensamos en las celebraciones del , las primeras fechas que se vienen a la mente son las de la proclamación del 28 de julio de 1821, así como las batallas de Junín y de Ayacucho el 6 de agosto y el 9 de diciembre de 1824. Pero las campañas comenzaron mucho antes. Algunos consideran que la primera fue la rebelión de Túpac Amaru, seguida por los levantamientos de Tacna en 1811, de Huánuco en 1812 y de Cusco en 1814. Y si bien todos estos son momentos clave en el proceso de , el quiebre más importante se dio con la llegada de a las costas peruanas. Este estuvo ligado a la independencia de la República de Chile en 1818 y al bloqueo de la costa peruana por la escuadra financiada por ese gobierno recién creado, tripulada, en su gran mayoría, por británicos. Uno de ellos, Guillermo Miller, dejó una detallada narración de sus experiencias.

Miller cuenta cómo el 4 de enero de 1819 zarparon de Valparaíso los buques O’Higgings con cincuenta cañones, San Martín con cincuenta y seis, Lautaro con cuarenta y ocho y Chacabuco con veinte. La expedición al mando del vicealmirante Lord Thomas Cochrane tenía como propósito destruir los buques españoles en el Callao y establecer un bloqueo a los principales puertos de la costa peruana. El plan era que, haciéndose pasar por naves norteamericanas, tomaran por sorpresa a las fragatas Esmeralda y Venganza en el último día de carnaval. Pero una neblina espesa tomó tan por completo la bahía que el plan tuvo que ser abortado. El 28 de febrero, al descubrirse la llegada de la flota, se dio un cañoneo y algunos resultaron heridos. El 2 de marzo el capitán Foster y el entonces mayor Miller tomaron posesión de la isla San Lorenzo, donde luego de inspeccionar y encontrar a algunos prisioneros, buscaron preparar explosivos con la intención de destruir los buques españoles. Pero una explosión dejó a Miller severamente herido y este plan fue abandonado.

El 22 de marzo el O’Higgins se acercó peligrosamente a la bahía siendo cañoneado desde el fuerte del Real Felipe. Tres días más tarde, en otra espesa neblina, las lanchas cañoneras realistas salieron en busca de la escuadra, pero no llegaron a abordarla. Tras estos enfrentamientos, y debido a la falta de agua y provisiones, la escuadra tomó la vela con rumbo a Huacho, donde llegó el 1 de abril y se reencontró con el contraalmirante Blanco, haciéndose recambios en las naves. Cochrane continuó con el O’Higgings, llegando a Supe el 5 de abril. En su descripción Miller se concentra en cómo la partida de marinos que desembarcaron ese día se apoderó de setenta mil pesos fuertes que se habían llevado de Lima para ser transportados a Huanchaco.

Lo que Miller omite en su narración es cómo ese 5 de abril el cabildo del Puerto de Supe proclamó la patria y juró ante sus banderas. El virrey Joaquín de la Pezuela detalla cómo la mayoría de los vecinos de Supe ofrecieron su apoyo a la escuadra, mientras que unos 29 prisioneros de la batalla de Maipú que habían sido transportados desde Chile desertaron junto con un inglés y dos esclavos. Cuando estos llegaron a Lima el 8 de abril narraron lo acontecido y se abrió un proceso contra los juramentados en Supe. Esta fue, sin duda, la primera proclamación de independencia en esta campaña y la única antes de la llegada de San Martín. Por ello, hoy debemos recordarla.