(Ilustración: Giovanni Tazza).
(Ilustración: Giovanni Tazza).
Alonso Cueto

Un estudio de la Universidad de Chicago, difundido por la BBC, y otras investigaciones, arrojan una conclusión sorprendente. En los últimos 30 años, los jóvenes de Estados Unidos y de Europa tienen cada vez menos vida sexual, y en tiempos recientes la curva sigue bajando. Según el estudio, basado en miles de encuestas a hombres y mujeres de distintas edades, un 23% de los adultos afirmó que no había tenido relaciones sexuales “en los últimos doce meses”, es decir el doble de abstinentes que se había registrado diez años antes. Entre los factores se cita la proliferación de entretenimientos caseros, como , y las plataformas digitales de todo tipo. Otro factor decisivo, según el estudio es la “pornificación” (palabra larga de contenidos simples) de la sociedad. Según los entrevistados, toda la educación y la diversión sexual que necesitan se encuentra de un modo inmediato y gratuito en las . Otras razones citadas son el modo de vida contemporáneo, el estrés y la alimentación. En una encuesta de la BBC a ingleses de todas las edades, se calificó el “stress” como “un problema de alcoba”. La psicóloga Ellen Brady, de la organización Relate, afirma que la ansiedad es uno de los problemas crecientes entre sus pacientes: “La ansiedad y el no pueden ir juntos”.

Según la economista Allison Schrager, los ‘millennials’ no son aficionados a correr riesgos y prefieren asegurar su lugar en un mundo sin aventuras ni retos (como el sexo). Kate Julian, en un artículo en “The Atlantic”, cita un famoso estudio del 2007 en el que se daban las razones por las que alguien podía tener relaciones sexuales. Iban desde “Quería sentirme más cerca de Dios” a “Quería cambiar el tema de conversación”. Hoy, en cambio, las razones para la abstinencia se han multiplicado. El estudio se extiende a países como Holanda, Japón, Australia y otros. Todos tienen la misma conclusión. Vivimos en una época de recesión sexual. Una consecuencia fue que en Estados Unidos en el 2017 nacieron 500 mil niños menos que en el 2007. La respuesta a todo ello puede tener que ver con la velocidad en la que se ha convertido la vida moderna. Pienso que hay un conjunto de actividades (entre ellas la lectura, la conversación, el disfrute de una pieza musical, entre otras) que requiere de un tiempo de contemplación y conciencia. El gran filósofo Zygmunt Bauman llamó “líquidos” a nuestros tiempos: todo fluye, nada permanece, nunca nos detenemos.

En el Perú no conozco datos o investigaciones sobre el descenso de la curva sexual en los últimos años o décadas. Hace unos días, en una cafetería de Lince, noté a un hombre solo, algo mayor en la mesa de al lado, que miraba fijamente su teléfono. No es difícil imaginar lo que veía en la pequeña pantalla, al punto de que se olvidó del café que seguía humeando hasta que se enfrió sin que él lo tocara. A diferencia de antes, el sexo hoy no parece ser un tabú, lo que le ha quitado su aire de clandestinidad y secreto. La publicidad se ha sexualizado en cierto modo, al mostrar cuerpos y rostros, y lo mismo ha ocurrido con los programas de televisión. En el cine, a las suaves y recatadas heroínas y a los apuestos caballeros de los años 40 y 50, han sucedido parejas que muestran sus cuerpos y pueden pronunciar palabras de alto contenido sexual sin problema. Al hacerse público y notorio, paradójicamente, el sexo parece haber disminuido. Estamos más solos que nunca en nuestra cueva digital.