Rolando Arellano C.

Los adultos, que hoy constituyen más del 30% de la población, tienen una fuerza que puede ser mejor aprovechada si se valoran bien sus fortalezas y responsabilidades, además de las oportunidades que conlleva el pertenecer a este grupo. Veamos.

El primer gran valor de ese grupo de edad es su fuerza física y mental, que es fundamental para la función productiva de la sociedad. Ellos son, por lo tanto, el motor para la producción de bienes y servicios que nos dan bienestar. Además, siendo la época en que la mayoría de personas se convierte en padres, son los encargados de educar y dar el primer ejemplo al futuro de las naciones. Por otra parte, al ser casi el 50% de los electores, de ellos depende la calidad de las autoridades que nos dirigirán políticamente.

Pero quizá su gran valor diferencial, al no tener el peso de prejuicios ni conocimientos anteriores, es su apertura a las nuevas ideas y tecnologías. Paralelamente, sus menores cargas familiares (sobre todo en sus primeros años) los hacen más proclives a asumir riesgos y aventuras (‘ventures’) en proyectos creativos, y son, por tanto, los grandes innovadores de la sociedad.

Por lo anterior, su energía, peso demográfico y apertura tecnológica en un mundo cambiante, los jóvenes de 20 a 39 (años más, años menos) del mundo están tomando cargos de alta responsabilidad social y empresarial que antes se daban a personas con más experiencia. Siendo esto un fenómeno nuevo, quizá debieran tomar en cuenta algunos aspectos que hagan más eficiente su comportamiento.

Primero, siendo abiertos al cambio, deben entender que, a diferencia del “game over” de los juegos virtuales, los fracasos de los proyectos reales tienen costos para toda la sociedad. Por ello, deben inspirarse no solo en los Bill Gates o Mark Zuckerberg del mundo, sino también aprender de los cientos de miles de otros con proyectos no exitosos.

Y ya no siendo adolescentes, les toca no dejarse deslumbrar por modas, tecnologías o personajes novedosos, sin haber hecho un análisis serio de sus fundamentos. Esto es, por supuesto, mucho más importante en sus elecciones políticas, pues ellos son los que terminan por decidir qué tipo de autoridades tendremos.

En tercer lugar, aprovechar el valor de las generaciones mayores. Como se ve en el auge de los directorios y la aparición de ‘coaches’ de todo tipo, ellos tal vez no sepan de tecnología, pero tienen la experiencia para saber dónde aplicarla y disminuir los riesgos, y hasta los contactos para conseguir mejores recursos.

Quizás actuando así tendrán el éxito que toda la sociedad les desea, y llegarán mejor preparados al grupo de los 40 a 60 años, que es el pívot de la sociedad. Les deseo una gran semana.


*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Rolando Arellano C. es CEO Arellano Consultoría para Crecer