El voto ¿desinformado?, por Raúl Ferrero
El voto ¿desinformado?, por Raúl Ferrero
Redacción EC

Por lo general, a la ciudadanía le gusta quejarse de sus autoridades, y en especial de las elegidas por ella misma en los procesos electorales a los cuales asiste a votar un poco a regañadientes.

Las cosas serían distintas si el sufragio fuera voluntario, ya que el proceso y los candidatos estarían sometidos a un análisis más a conciencia de quienes deciden acudir a las urnas por propia voluntad y no de manera forzada.

Sin embargo, hasta la fecha, la eliminación del voto obligatorio no ha terminado de conseguir suficientes adeptos ni los congresistas se han animado a proponer el cambio constitucional para que prospere el .

Es por ello que solamente queda apelar al voto informado como vía para escoger mejor a quienes nos van a representar luego de las próximas y municipales que se realizarán dentro de cuatro meses, el 5 de octubre del presente año.

Estas constituirán el primer paso para lo que luego serán los comicios generales dentro de menos de dos años, en que el pueblo elegirá a los nuevos congresistas y al nuevo presidente de la República para el quinquenio 2016-2021.

No debemos pensar que las desilusiones al seleccionar representantes solamente ocurren en nuestro medio, cuando se trata en realidad de un mal generalizado globalmente, aunque bien es cierto que se agudiza en los países donde el sistema democrático es más débil o tiene una vigencia histórica más corta como es el caso peruano.

Empero, en el mundo de hoy, el que se tenga un sistema democrático con poco recorrido no es razón suficiente para escoger mal a nuestros representantes, ya sean estos de nivel municipal, regional o nacional.

La proliferación que existe hoy de medios periodísticos escritos, radiales y televisivos, a lo que se suman los medios electrónicos de comunicación que permiten la competencia gratuita en las redes sociales, nos permite hacer uso de un amplio espectro informativo que debería servir para que el electorado pueda escoger mejor a sus autoridades elegibles.

Esto no depende solamente del , con sus campañas del voto informado, sino de muchas instituciones de la sociedad civil que deberían contribuir a dar las mayores oportunidades a todos los candidatos para exponer sus planes e ideas, ya que en octubre, según el mismo JNE, serán más de 110 mil quienes aspiren a los cargos públicos representativos.

Si bien es comprensible que los candidatos prefieran las campañas cortas para evitar el desgaste prematuro y reducir los costos, por otro lado si ellas se abrevian demasiado no habrá tiempo suficiente para que se les conozca suficientemente y el elector pueda optar por los que considere los más idóneos.

Es preciso insistir en la mayor seriedad y sentido de responsabilidad con la que se emita el voto. Muchas veces es un acto que se toma con ligereza sin otorgarle la suficiente importancia que merece para distinguir a los mejores candidatos.

Comprendemos que en nada ayuda a estos propósitos la crisis de los partidos nacionales que casi no tienen presencia en los niveles municipal y regional, por lo que no cumplen con su misión de ser los canalizadores de la opinión pública, lo que llevará a las fuerzas políticas locales a tener que redoblar esfuerzos para ofrecer candidaturas del mayor nivel posible y verificar con cuidado las respectivas hojas de vida.

Si eso se logra, se podrán enfrentar con personas más calificadas los flagelos de la inseguridad ciudadana y la corrupción que cada día ganan más terreno.