El congresista de Fuerza Popular, Luis López Vilela, participa en una sesión de la Comisión de Ética del Congreso el pasado 2 de enero. (Foto: Congreso).
El congresista de Fuerza Popular, Luis López Vilela, participa en una sesión de la Comisión de Ética del Congreso el pasado 2 de enero. (Foto: Congreso).
Editorial El Comercio

Gracias a una ampliación de la legislatura expresamente dispuesta para ello, el pleno del Congreso debatirá y votará hoy la recomendación de la para sancionar con 120 días de suspensión al legislador fujimorista por los tocamientos indebidos de los que su ex compañera de bancada, , ha denunciado haber sido objeto.

Como se recuerda, el episodio salió a la luz el 8 de diciembre pasado, pero se remonta a mediados del 2016, a poco de haberse instalado la actual representación nacional. Según Noceda, López Vilela la ‘saludó’ un día al llegar al Parlamento con “una suerte de masaje asqueroso” y el comentario: “Qué bueno que haya gente como usted acá para que nos alegre el panorama”.

Producida la denuncia, hubo algunos intentos de relativizarla por la demora con que había sido presentada y a partir del hecho de que la congresista agredida no hubiera ‘sabido defenderse’ en el momento. Pero el clamor que el caso levantó dentro y fuera del recinto legislativo determinó que finalmente fuese derivado a la Comisión de Ética, donde el lunes se lo evaluó con el resultado ya conocido.

Lo que ocurrió en la sesión de ese grupo de trabajo parlamentario, sin embargo, merece ser destacado porque sugiere una actitud indulgente de (FP) hacia López Vilela que podría repetirse hoy en el pleno.

Durante la discusión, en efecto, los representantes del fujimorismo que integran la comisión ensayaron, cada uno a su turno, una justificación del comportamiento de su compañero de bancada con argumentos bastante peregrinos.

Freddy Sarmiento, por ejemplo, sostuvo que los piuranos como López Vilela cultivan un tipo de “saludos a veces muy efusivos y muy frescos”, mientras que Marco Miyashiro habló de un “exceso de confianza” y la señora Milagros Salazar de lo “afable” y “cariñoso” del trato habitual del parlamentario en cuestión. Todos descartaron, además, que hubiese existido una connotación sexual en su comportamiento.

Por su parte, la congresista Úrsula Letona, cuya renuncia a la bancada fujimorista no termina de hacerse efectiva, adujo que el saludo de López Vilela fue una falta de respeto, pero no un ilícito penal. Un deslinde que no corresponde a lo que se define en la comisión que nos ocupa.

Al final, los cuatro votaron en abstención frente a la propuesta de recomendar la suspensión por 120 días y fue solo gracias a los votos de los otros cinco miembros de la comisión que la recomendación se aprobó.

Cabe anotar que cada uno de esos cinco parlamentarios provenía de una bancada distinta, con lo que daría la impresión de que estamos ante una manifestación política antes que frente a una diferencia de criterios. FP, como se sabe, ha tenido una disposición bastante menos que severa ante evidentes faltas de sus congresistas en otras oportunidades (el caso de la ahora renunciante Yesenia Ponce y las flagrantes mentiras que consignó en su hoja de vida acerca de sus estudios es quizás el más clamoroso, pero ciertamente no el único). Y ahora, en una coyuntura en la que su mayoría congresal se desmiembra voto a voto, las excusas descabelladas que ha argüido para retacear su apoyo a la propuesta de sanción dejan el claro sabor de responder a esa misma lógica.

En ese sentido, lo que suceda hoy en el Legislativo será una indicación de cuál es el terreno en el que el fujimorismo se ubica frente a un problema tan grave como el del acoso denunciado. ¿Pesará más la necesidad de no perder un voto más en el pleno que la voluntad de castigar ejemplarmente un comportamiento indebido?

La ciudadanía, de seguro, seguirá con mucha atención la conducta de FP en este trance, en el que las abstenciones pueden resultar tan efusivas como un saludo piurano.