Editorial 1: Correr a ninguna parte
Editorial 1: Correr a ninguna parte

El último viernes, el presidente de la confirmó que la atleta nacional Gladys Tejeda será despojada de la medalla de oro que ganó en los Juegos Panamericanos de Toronto. ¿La razón? Haber ingerido una sustancia prohibida por la días antes de su participación en la maratón femenina.

Como explicó su hermano, Tejeda sufre un problema de retención de líquidos que produce malestares renales y le provoca hinchazón en las piernas cuando realiza viajes largos: un problema que la tuvo internada en una clínica en octubre del año pasado. Por ello, su médico le recetó un diurético que evitaría molestias durante la competencia.

La OMA, sin embargo, objeta el uso de esos productos al considerar que pueden esconder la presencia de otras sustancias prohibidas o permitir una rápida reducción de peso en los competidores. En consecuencia, cualquier persona que quiera participar en lides deportivas y por razones de salud tenga que tomarlos debe obtener una autorización de uso terapéutico. 

En ese sentido, al conocer la condición de Tejeda, es claro que la debió informar sobre aquella al Comité Olímpico Peruano para que se tramitara la autorización correspondiente, lo que no ocurrió. Y cabe señalar que también el Instituto Peruano del Deporte es responsable de asegurar que los deportistas que nos representen en el extranjero cumplan con los requisitos que exigen los comités organizadores.

Nada de esto, por supuesto, exime de responsabilidad a la propia deportista, que debía estar enterada de las implicancias de su situación y actuar en consecuencia. Pero la circunstancia de que el suyo haya sido el segundo examen de dopaje que dio positivo en la delegación peruana que viajó a Toronto (el primero fue el del nadador Mauricio Fiol) apunta a que no existe una política institucional que permita detectar estos casos y actuar a tiempo.

Gladys Tejeda pagará su error perdiendo la medalla que obtuvo con tanto esfuerzo. En nuestras instituciones deportivas, en cambio, parece que nadie sufrirá el costo de tanta improvisación.