Editorial 1: ¡Veinte planchas!
Editorial 1: ¡Veinte planchas!

Hace algunos días, en su discurso por el Día de la Sanidad Policial, el ministro del Interior, José Luis Pérez Guadalupe, anunció que se exigirá nuevamente el examen físico para los suboficiales que busquen ascender en la carrera policial: una disposición razonable, que no merecería mayor comentario de nuestra parte, si no fuera porque parece una broma en un contexto en el que la ciudadanía espera, desde hace tiempo, medidas concretas para acabar con la inseguridad ciudadana que campea en el territorio nacional.

Máxime si el anuncio viene acompañado por consideraciones como “en nuestras comisarías ya no habrá más policías gorditos que no puedan perseguir a los delincuentes, porque la ciudadanía exige policías ágiles y en buen estado”. Y luego el presidente Humala refrenda todo sentenciando que “la policía está directamente involucrada en el tema del mantenimiento del orden público y la seguridad ciudadana” y “es bueno tener a estos policías físicamente aptos”. 

Después de cuatro años de gestión morosa en este rubro y tras un mensaje por Fiestas Patrias en el que el tema fue abordado marginalmente, ¿es esto todo lo que el gobierno tiene para ofrecer para combatir el problema que, de acuerdo con la última encuesta de Ipsos, el 64% de los peruanos considera el principal del país? 

El presidente y el ministro del Interior parecen haber olvidado, por ejemplo, que, según el Censo Nacional de Comisarías 2014, de los 1.854 distritos del país, 820 no cuentan con una comisaría (aproximadamente el 44%), y que el 38% de estas no tiene servicio de agua potable, desagüe y energía eléctrica en forma permanente, o que el 60% no cuenta con Internet y el 10%, ni siquiera con teléfono propio. Y esto para hablar solamente de los problemas de equipamiento, porque tanto o más serios que estos son los de corrupción al interior de la institución policial o el de la ausencia de una estrategia para lidiar con el avance de la criminalidad.

Una situación dramática que no se va a revertir al grito marcial de “¡Veinte planchas!”.