Editorial: El alcalde parcial
Editorial: El alcalde parcial

Quizá tentados por lograr que los reflectores que iluminan a los candidatos en disputa presten algo de brillo también a ellos, diversas autoridades, desde el presidente de la República, Ollanta Humala, hasta más recientemente el alcalde de Lima, Luis Castañeda Lossio, decidieron intervenir en la reciente campaña electoral para apoyar o incomodar a algún postulante presidencial, contraviniendo el principio de neutralidad que la ley les exigía.

En el caso de este último, como se recuerda, apenas a tres días de los comicios de la segunda vuelta se reunió con la entonces candidata Keiko Fujimori y su equipo. Este cónclave tuvo lugar en la casa del señor Castañeda y contó con una convocatoria a los medios de prensa, ante los cuales ambos dieron declaraciones en las que daban a entender que una eventual elección de la señora Fujimori sería favorable para que el Ejecutivo trabaje de forma conjunta con el municipio limeño. 

No se trató de un endose directo, propiamente, pero este se podía extraer claramente no solo del contexto mediático de la reunión sino también de frases como “No tienen que estar divorciados el Gobierno Central con el gobierno municipal”, “Los dos nos preocupamos por los sectores más necesitados”, “Tenemos coincidencias, de lo contrario no estaríamos hablando”, proferidas por el señor Castañeda.

Y por si quedaban dudas de la intención de la reunión y las declaraciones ante cámaras, el alcalde de Lima usó una expresión que formaba parte del mensaje de campaña de la ex candidata de Fuerza Popular (FP): “El Perú no está para rencores, ni para odios, yo pienso que también es un tiempo de conciliación”. Tan evidente era el mensaje que preguntado por quién votaría en la segunda vuelta, el señor Castañeda respondió entre risas: “Pero eso es obvio, pues”.

Posiblemente por el fin de la carrera electoral o por el sorpresivo y eufórico triunfo de la selección de fútbol, sin embargo, la decisión del Jurado Electoral Especial de Lima Oeste 3 (JEE) emitida este fin de semana respecto del procedimiento sancionador que se abrió contra el señor Castañeda Lossio ha sido tan poco difundida como comentada. Un hecho que no debería pasar desapercibido no solo por el sentido de la decisión que exculpa al burgomaestre, sino por el pésimo criterio en el que se sustenta.

Según el JEE, el señor Castañeda no infringió las normas de neutralidad puesto que un día antes el propio alcalde había emitido una resolución en la que anunciaba que se ausentaría “por motivos personales” desde las 9 a.m hasta las 4 p.m del día siguiente –precisamente el día en que hizo su aparición pública con la lideresa de FP– y encargaba el despacho a la teniente alcaldesa. Dicho de otra forma, el señor Castañeda no infringió el principio de neutralidad puesto que, por ese día, había dejado el uniforme de alcalde y estaba hablando a título personal. 
 
Para el señor Castañeda y el JEE, el puesto de alcalde puede ser desempeñado solo por horas, y en su “tiempo libre” no tiene que cumplir con el principio de neutralidad. Un razonamiento que no solo carece de cualquier sustento legal, sino que brinda una pésima señal para las autoridades públicas, quienes para esquivar el deber de neutralidad solo tendrían que emitir una resolución encargando su despacho por todo el tiempo que necesiten para hacer campaña a favor de algún candidato.

De acuerdo a ley, toda autoridad debe actuar “con imparcialidad en el ejercicio de sus funciones en el marco de un proceso electoral”. El presidente, los gobernadores regionales y los alcaldes deben abstenerse de apoyar o favorecer a algún candidato en un proceso electoral, pues ellos representan a todos los ciudadanos de su circunscripción y no solo a quienes coinciden con sus preferencias políticas. Y este deber no es uno que se pueda cumplir parcialmente.