(Foto: El Comercio)
(Foto: El Comercio)
Editorial El Comercio

Para nadie es un secreto que los resultados económicos de la administración del presidente han estado por debajo de las expectativas. De un gobierno donde sobraban economistas solventes y ex cabezas del MEF se esperaban resultados mejores en términos de crecimiento del PBI, del empleo o de la inversión privada y pública durante los primeros 15 meses de gobierno. El pobre desempeño económico, en la narrativa del Ejecutivo, se debió, en parte, a la “subestimación” de los esfuerzos que se necesitaban para reactivar la economía, pero principalmente a eventos ajenos a su control como el escándalo de Lava Jato y El Niño costero.

Pero esas justificaciones tienen patas cortas. Llegando ya al primer cuarto del período constitucional de mandato, la administración del presidente Kuczynski necesita mostrar logros en línea con lo prometido. Y hoy, a diferencia de a inicios de año, el panorama económico parece propicio para lograrlo.

Por el lado internacional, el entorno global luce estable, con una proyección de crecimiento del PBI global de 3,6% para el 2017 y 3,7% para el 2018. Más importante aun, el precio de nuestros minerales de exportación –sobre todo el cobre y el zinc– están en niveles largamente superiores a los del 2016, lo que significa más valor para la industria, mayor recaudación tributaria y mejores probabilidades de que se lleven a cabo nuevas inversiones mineras.

Al respecto, luego de prácticamente 15 trimestres consecutivos de caída, la inversión en exploración minera comenzó a tomar fuerza con proyectos como Pampa del Pongo (Arequipa), Mina Justa (Ica) y La Granja (Cajamarca). Se espera que en el próximo par de años entren a fase de construcción los dos primeros y otros proyectos grandes como Quellaveco (Moquegua).

La inversión pública también ha dado un giro positivo y, después de caer 5% en el primer semestre, muestra altas tasas de expansión (solo en setiembre creció 29%). Así, el sector construcción empezó a crecer durante la segunda mitad del año luego de nueve meses de contracción consecutivos. La reconstrucción del norte del país y la inversión requerida para los Juegos Panamericanos contribuirán significativamente a mantener este impulso durante el próximo año.

Quizá por esto las expectativas empresariales, según la encuesta del BCRP, se encuentran en un momento favorable, y la importación de bienes de capital –buen indicador de las expectativas de producción– viene creciendo a tasas que no se veían desde el 2013. Respecto del trabajo, el INEI reportó que en el último trimestre el empleo total creció 3,5% en Lima, el mayor incremento en los últimos cuatro años. Según Scotiabank, se espera que este año el empleo formal urbano a nivel nacional crezca levemente a partir de la creación de puestos de trabajo en sectores como la agroindustria y la minería.

Por donde se le mire, pues, la historia es consistente. Se aproximan tiempos mejores. Si se descartan eventos negativos en el futuro cercano de la magnitud del destape de Lava Jato o El Niño costero, lo cierto es que el gobierno difícilmente tiene ya excusa para no acelerar el paso aprovechando las circunstancias favorables que parecen haber empezado a presentarse. El panorama internacional y el nacional dan la impresión de alinearse en beneficio del crecimiento peruano y abren la posibilidad de usar el impulso –económico y eventualmente político– para ejecutar las reformas postergadas. Ya el gobierno responsabilizó a los malos vientos de su pobre desempeño económico y de su falta de acción en reformas estructurales. Es hora de demostrar qué puede hacer con los buenos.