Editorial: La ideología en el ojo ajeno
Editorial: La ideología en el ojo ajeno

En los debates nacionales de política económica, acusar al bando contrario de estar ideologizado es moneda común. A través de este participio se intenta denominar a quien pone sus ideas o teorías por encima de la evidencia, a quien se ciega –voluntaria o involuntariamente– ante datos de la realidad que no van en línea con su visión del mundo o a quien, en fin, obedece a dogmas antes que a razones.

Los acontecimientos suscitados a raíz del vencimiento en agosto último del contrato de operación del lote 192, en Loreto, han ofrecido una nueva oportunidad para retomar las acusaciones. Así, parte de la izquierda política peruana –y otros no necesariamente alineados con ella pero que se ven tentados por votos fáciles– no dudaron en llamar ideologizados a todos aquellos que se oponían a facilitar el camino para que el yacimiento petrolero en cuestión pase a manos de Petro-Perú.

Los ejemplos de otros países de la región –explica más o menos su argumento– demostrarían que las empresas públicas, similares a Petro-Perú, pueden actuar de forma eficiente y al margen de consideraciones políticas para resguardar el interés estratégico de la nación. Señalar lo contrario, dicen los partidarios de que Petro-Perú entre al lote, es estar ideologizado.

Resulta un ejercicio interesante revisar paso a paso la solidez de este tipo de observaciones. En primer lugar, las empresas públicas de otros países de la región difícilmente pueden ser un ejemplo para Petro-Perú. ENAP, la empresa estatal de petróleo chilena, no produce en aquel país porque en Chile casi no hay petróleo. El país del sur importa el 98% de los 300.000 barriles diarios que consume. Ecopetrol, de Colombia, guarda también pocas semejanzas con Petro-Perú: la compañía lista en bolsa, participa siempre con consorcios privados y mantiene un buen manejo financiero. Petro-Perú, por su parte, parece ser económica y políticamente incapaz de atraer capitales privados, como su frustrado ingreso a la bolsa de valores demuestra. Por otro lado, los casos de PDVSA (Venezuela), Pemex (México) y Petrobras (Brasil), con sus escándalos de corrupción y manipulación política, tampoco son ejemplos con los que uno desearía comparar a Petro-Perú.

El segundo argumento comprende la eficiencia y competencia de Petro-Perú para operar el lote 192. En este punto, la ministra de Energía y Minas, Rosa María Ortiz, ha sido clara: “Petro-Perú tendría que contar con recursos no presupuestados ni planificados para asumir una gestión para la cual no estaba preparada”, recordando quizá que la compañía no ha tenido experiencia en explotación en más de dos décadas. Incluso el mismo presidente del directorio, Germán Velásquez, remarcó que Petro-Perú no está en condiciones de operar el lote. De hecho, según el especialista Carlos del Solar, el departamento de exploración de Petro-Perú contaría con apenas seis personas.

La tercera línea de argumentación va por el lado de la independencia política de las operaciones. La votación de esta semana, sin embargo, ha dejado claro que Petro-Perú continúa estando absolutamente sujeta a los vaivenes del Legislativo, con todos los riesgos que ello supone. Más aún, la modificación de los candados legales de la Ley 30130 es un recordatorio de que la falta de institucionalidad del país aún mina la predictibilidad del sistema y lo hace presa fácil para los políticos de turno.

Finalmente, categorías como ‘sector estratégico’ o ‘industria sensible’ son difíciles de comprender en ausencia de un marco ideológico previo que las respalde. Hasta hace poco, estas supuestas cualidades justificaban un sinfín de excepciones tributarias y beneficios extraordinarios que convertían al Estado en el jugador más importante de la economía al darle la posibilidad de determinar –arbitrariamente– qué sector o industria clave merecía su intervención por el bien de todos.

Así las cosas, parece injusto calificar de ideologizados a quienes se oponen a la explotación del lote 192 por parte de Petro-Perú. Por el contrario, resulta paradójico que una acción que no tiene precedentes positivos en la región llevada a cabo por una empresa que no cuenta con las condiciones necesarias en un contexto de manipulación política sea percibida por algunos como algo deseable. La ideología es una cosa curiosa.