Si el tema de la inseguridad era, como en varios momentos lo sostuvieron nuestras más altas autoridades, un asunto de percepción, entonces no cabe duda de que el Gobierno hizo el nombramiento preciso llevando a Daniel Urresti al Ministerio del Interior. En menos de dos meses en el cargo, el ministro ha logrado la aprobación del 46% de la ciudadanía, según Pulso Perú. Está claro, pues, que cada vez más peruanos tienen la percepción de que la inseguridad, que antes parecía absolutamente desbordada, ahora está siendo controlada. El don de semiubicuidad desplegado por el ministro desde que asumió el cargo en cuanto operativo policial ocurre está aparentemente rindiendo sus frutos.
Sin embargo, si el tema de la inseguridad en nuestras calles –y casas– responde a una realidad y no a una percepción, no es el caso que los peruanos tengamos mucho motivos para estar más tranquilos con el ministro Urresti que antes. De hecho, los números sobre avances en la lucha contra la delincuencia que hasta ahora ha dado el ministro –quien, según su propia declaración, proveyó al presidente de los que usó en el mensaje del 28 de julio– no solo no parecen estar sustentados en la realidad, sino que parecen incluso teóricamente inviables. Entre otros, el Grupo Gobernabilidad Democrática y Seguridad Ciudadana –que forman diversos especialistas en seguridad, incluidos varios ex ministros y ex viceministros del Interior– se ha encargado de poner esto de manifiesto.
Un caso resaltante fue el anuncio de que se habrían desarticulado 4.767 bandas y detenido a 160 mil delincuentes en el último año. Eso implicaría que se hubieran diariamente desarticulado 13 bandas delincuenciales y detenido a 438 personas. Como elocuentemente pregunta nuestro columnista Fernando Rospigliosi (ver artículo del 29 de julio del 2014), ¿cuántos cientos de miles más nos quedan entonces por apresar?
Otro ejemplo fue el anuncio –que el ministro repitió ayer– de que se habrían incautado 14 mil vehículos durante su primer mes en el cargo; es decir, un promedio de 451 vehículos diarios. Otro más, el supuesto decomiso de alrededor 56 toneladas de droga en un mes: una declaración que hace preguntarse por la prodigiosa táctica que se habría seguido para lograr este resultado, teniendo en cuenta que el promedio de decomisos entre enero y marzo fue de 1,3 toneladas al mes. Después, es cierto, el ministro se explicó diciendo que ahora se usa una nueva metodología para contar los decomisos. Pero no se puede decir que con ello haya agregado mucha confiabilidad a la situación.
También ha habido anuncios más sutilmente manipuladores, pero no por ello menos engañosos. Así, el presidente dijo en su mensaje que su gobierno habrá agregado 30 mil nuevos efectivos a la Policía Nacional del Perú (PNP) para fines de este año. Algo que sería cierto, si uno tomase en cuenta el número de graduados anuales que en promedio egresan de la escuela de la PNP: 7.000 efectivos. Pero que se vuelve imposible cuando se agrega a ese dato este otro: según nuestro ya citado columnista Rospigliosi, anualmente se retiran de la PNP alrededor de 4.000 efectivos...
Con todo, tal vez el ejemplo más gráfico de la proactiva contabilidad que parece estar empleando el Gobierno en este tema sea el anuncio de un operativo en el que 50 policías y 18 fiscales habrían decomisado más de 20 millones de pies tablares de madera ilegal en Loreto. Salvo que la madera decomisada haya sido dejada en los depósitos de los ilegales, este operativo hubiera requerido de varios cientos de camiones para retirarla. No está claro si los 50 policías los habrían manejado...
Por supuesto, es posible que al lado de toda su ráfaga de anuncios inverosímiles y su constante afán de dirigir operaciones, de día y de noche, el ministro tenga un auténtico plan que va aplicando calladamente, detrás de todo el despliegue teatral. Puede ser. Pero mientras este no se conozca, no parece haber motivos para la tranquilidad en el tema de la seguridad ciudadana y más bien sí muchos para lo contrario.