(Foto: Alonso Chero)
(Foto: Alonso Chero)
Editorial El Comercio

Intentar amarrar soterradamente una votación nunca se ve bien. Pero intentar hacerlo para salvarse de una acusación de falta de ética es liberar al acusador de tener que probarla.

Si el presidente dio a la oposición de Fuerza Popular (FP) un regalo del cielo con el descubrimiento del secreto que traía de su pasado bajo la forma de Westfield, hace unos días sus aliados y su abogado envolvieron el regalo y le pusieron un gran lazo cuando fueron grabados por un topo de Fuerza Popular. Pareciera que a esta solo le queda ahora desatar el lazo en la votación de mañana.

Desde luego, hay varios puntos confusos en las grabaciones que presentó ayer por la tarde la bancada de FP. Pero si algo queda claro en ellas es que en esas reuniones –en las que participaban, entre otros, Kenji Fujimori; su principal asesor, Alexei Toledo; el abogado del presidente, Alberto Borea; el congresista Guillermo Boncangel; y el parlamentario Bienvenido Ramírez, quien parecía estar presente a fin de explicar lo bien que le había ido dándole su voto al gobierno en diciembre– se estaba intentando amarrar un voto con favores estatales. “Mira, a nosotros nos llevaron al MEF y nos han puesto una persona exclusiva para que maneje nuestras obras”. “Hay 20 cargos, diez para usted y diez para usted”. “A mí me han dado toditas las direcciones, imagínate, y el manejo político en mi región lo tengo yo […] Cuna Más, Qali Warma, Trabajemos, Juntos”. Y más.

Antes de este video, el punto era determinar si el conflicto de intereses en que incurrió PPK con Odebrecht cuando era ministro de Toledo ameritaba o no una medida tan extrema como la vacancia por incapacidad moral, habida cuenta de que se establecería con ella un peligroso precedente que agregaría inestabilidad a una vida política que ya se distingue por ella. Al fin y al cabo, si algo deja claro el comportamiento de la oposición desde julio del 2016 –derribando a 5 ministros en los 14 primeros meses del gobierno– es que a este pedido de vacancia se iba a llegar por angas o por mangas como una manera de remediar, o vengar, una derrota electoral por nariz que nunca terminó de ser asimilada.

Después de la difusión del video, sin embargo, la cosa cambia sustancialmente. La pregunta por la proporcionalidad de la vacancia con la causal alegada, si bien permanece válida en el fondo, daría la impresión de haberse vuelto inútil en la práctica. Políticamente el lado del presidente ya ha perdido y lo ha hecho por la misma vía por la que el Congreso puede aprobar una ley vetada por el Ejecutivo: “por insistencia”. Por insistencia, esto es, en conductas antiéticas.

También es cierto que si algo caracteriza a la política nacional es que ningún vuelco es muy extremo para ella, por lo que no hay que descartar que todavía pueda haber sorpresas importantes de acá a mañana. Aunque ahora que cada vez más parlamentarios (incluidos los tres congresistas que renunciaron en diciembre al partido oficialista) le han quitado su apoyo, parece improbable que cambien las cosas.

Con sorpresas o sin ellas, eso sí, está claro que el río viene especialmente revuelto y los peruanos de bien tenemos que concentrarnos, como lo dijimos recientemente, en hacer lo que se hace en la vida ante cualquier amenaza de desborde: ajustar los bordes. Es decir, defender las reglas del juego, para que la crisis se procese dentro de los canales democráticos –incluyendo, de ser el caso, las reglas de sucesión que manda la Constitución– y para que haya así niveles de predictibilidad en lo que esté por venir.

Eso, y mantener la vista puesta en la situación panorámica, sin dejar que el escándalo de los unos nos haga olvidar los de los otros y recordando siempre que, como dijo Basadre y ha confirmado la historia en más de una situación extrema: “El Perú es más grande que sus problemas”, y acá siempre queda un futuro por el cual luchar.