El menor de los hermanos Fujimori Higuchi hasta el momento no ha hecho ninguna solicitud ante la fiscalía para adelantar el interrogatorio o para pasar a condición de colaborador eficaz. (Foto: AP)
El menor de los hermanos Fujimori Higuchi hasta el momento no ha hecho ninguna solicitud ante la fiscalía para adelantar el interrogatorio o para pasar a condición de colaborador eficaz. (Foto: AP)
Editorial El Comercio

La imagen renovadora y el protagonismo político que Kenji Fujimori buscó desde el inicio de este gobierno han sufrido la semana pasada algo más que un grave traspié. Su aparición en los videos grabados por el congresista Moisés Mamani sobre los intentos de convencerlo a través de ofertas indebidas para que no votase a favor de la vacancia de Pedro Pablo Kuczynski lo ha puesto en una situación que podría terminar en su desafuero del Parlamento y, al mismo tiempo, lo ha hecho lucir tan taimado como los personajes frente a los cuales, según querían las caricaturas que colgaba en las redes sociales, cumplía una supuesta labor justiciera. 

No parece, en efecto, que la naturaleza –digamos– pantagruélica de un almuerzo en Palacio sea argumento para tratar de persuadir a un legislador de votar a favor o en contra de una materia tan seria como la que se discutía en la referida circunstancia. Pero lo realmente comprometedor fueron intervenciones como: “¿Qué es lo que tú quieres? ¿Obras para tu región, desarrollo, progreso?”. O: “¿Por qué te va a perseguir la fiscalía, si vas a tener de tu lado al gobierno?”. Ambas dirigidas a Mamani en la reunión que este grabó subrepticiamente. 

Vistas bajo esa luz, la reivindicación de la tolerancia ante algunas iniciativas ultramontanas de su antigua bancada y la colaboración desinteresada con el gobierno aparentemente promovidas por él comienzan a parecer, más bien, solo parte de un libreto en el que el pulseo de poder con su hermana era el auténtico valor en juego. De hecho, en estas páginas habíamos advertido ya que, a la larga, sus caricaturas en las redes y parodias de escenas políticas que la memoria colectiva tenía asociadas a su padre se estaban revelando como recursos solo enderezados a llamar la atención. 

Es en medio de ese contexto que el joven parlamentario ha divulgado en estos días un video en el que, al tiempo de ‘lamentar y rechazar’ las expresiones de Bienvenido Ramírez en otra de las negociaciones registradas por Mamani (un deslinde que, dicho sea de paso, no le resultará tan sencillo con una de las fichas más importantes de la opción política que estaba construyendo), se ofrece a ser “testigo en los casos que sea necesario” y demostrar “quiénes son los corruptos”. Dos aseveraciones que han sido inmediatamente interpretadas como insinuaciones sobre algún tipo de conocimiento acerca de los presuntos aportes de Odebrecht que Jorge Barata sostiene haber entregado a Jaime Yoshiyama y Augusto Bedoya para la campaña de Keiko en el 2011. 

No parece casual, en ese sentido, que el menor de los Fujimori haya sido citado por el fiscal José Domingo Pérez a declarar en el marco de la investigación que su despacho le sigue por ese mismo asunto a la ex candidata presidencial de Fuerza Popular, bajo la presunción del delito de lavado de activos. 

La críptica alusión del congresista a esa materia, sin embargo, mueve a dos reflexiones. Por un lado, si efectivamente sabía de eventuales aportes de la corrupta constructora brasileña a la organización fujimorista desde tanto tiempo atrás, ¿por qué recién renunció a esa organización cuando se divulgó la declaración de Barata? ¿Estaba acaso dispuesto a perdonar el hipotético pecado pero no el escándalo? 

Y por otra parte, si, como dice, posee información para demostrar “quiénes son los corruptos”, ¿no tendría que haberla convertido ya en una denuncia con todas sus letras, en lugar de jugar a las adivinanzas? 

Tal como ha planteado las cosas hasta ahora, daría la impresión, en realidad, de que estamos ante una teatralización para alejar el foco público de los problemas que él mismo tiene e intentar una venganza, no se sabe bien con cuánto sustento, contra quienes le han infligido una derrota política que amenaza con haber herido de muerte al partido que todavía no había terminado de fundar.  

Las caricaturas ya cumplieron su ciclo; la ciudadanía le exige ahora un testimonio claro y veraz, si es que verdaderamente hay algo que tiene que decir.