Editorial: ¿A mayor presupuesto, mejores resultados?
Editorial: ¿A mayor presupuesto, mejores resultados?
Redacción EC

El fue aprobado en medio de una coyuntura política complicada y con un polarizado luego de más de 20 horas de discusión con 47 votos a favor, 34 en contra y 10 abstenciones. Inmediatamente, el presidente de la República anunció que este presupuesto “va a cambiar para bien la realidad de nuestro país”. El monto implica un incremento del 12% con respecto al año anterior y los principales sectores que se verán beneficiados son educación y salud, de vital importancia para promover el crecimiento sostenido en el largo plazo. Sin embargo, un incremento en el presupuesto no se traduce inmediatamente en mejores servicios para los ciudadanos. Es más, todavía existe la gran preocupación de la capacidad de gasto del Estado y de la corrupción que merman el entusiasmo del presidente. 

Es cierto que el sector educación necesita una reforma de fondo para apuntalar el desarrollo económico y hay que reconocer que este gobierno, como ningún otro, ha puesto especial énfasis en promover la reforma educativa que viene arrastrando problemas hace décadas. Durante , por ejemplo, el ministro Jaime Saavedra esgrimió la calamitosa situación de su sector: 30% de los colegios no tiene electricidad, 74% no tiene Internet y 40% no tiene agua. Más alarmante es el hecho de que –según el – nuestro país se encuentra en el puesto 134 de 144 en calidad educativa. De igual manera, el sector salud necesita una reforma integral para tener una mayor cobertura y brindar mejores servicios y de mayor calidad a todos los ciudadanos.

Si bien este incremento del presupuesto se ha presentado como algo positivo, es importante hacer una pausa y analizar con un microscopio sus implicancias. Primero, es importante resaltar que el 70% del presupuesto para el próximo año se financiará con la recaudación de tributos, es decir, con dinero de nuestros bolsillos. Sin embargo, es importante notar que pese a que la recaudación y el presupuesto se han incrementado sostenidamente en los últimos años, este incremento no se ha visto reflejado en mejores servicios para todos los peruanos. 

Por ejemplo, en los últimos diez años, la recaudación se ha triplicado: mientas que en el 2003 el Estado recaudó S/.27.576 millones, en el 2013 esa cifra llegó a S/.89.397. La misma tendencia la vemos con el presupuesto: mientras que en el 2011 el presupuesto fue S/.114.635 millones, hoy estamos hablando de 130.621 millones.

Además, la ejecución del gasto del Estado aún deja mucho que desear. Por ejemplo, en el 2013, alrededor de 30% del presupuesto para la adquisición de bienes de capital no fue ejecutado y, a la fecha, el Estado ha ejecutado menos del 60% de su presupuesto de inversión. Finalmente, no hay que pasar por alto que estamos por terminar el año y el sector transportes, uno de los sectores con mayor presupuesto de inversión, solo ha ejecutado el 64% de su presupuesto. 

Por otro lado, también está el problema endémico de la corrupción. Según el presidente Ollanta Humala, “este presupuesto nos permite ver que habrá más plata y se podrá hacer más obras”. Pero, con un sistema donde la corrupción se ha vuelto un mal endémico, es difícil creer que se harán más obras de manera transparente. Según el Índice de Percepción de Corrupción, el Perú se encuentra en el puesto 83, mientras que Chile está en el puesto 22. Además, si tomamos en cuenta los escándalos políticos en las regiones, el número de presidentes regionales procesados y las constantes acusaciones de corrupción contra el Ejecutivo, debemos preocuparnos de qué significa poner más dinero en manos de los funcionarios.

Entonces, ¿por qué debemos asumir, como sostiene el presidente Humala, que un incremento en el presupuesto cambiará la realidad de nuestro país? La respuesta es simple. Si no hacen cambios institucionales de fondo, no debemos esperar mucho de este anuncio, pues el Estado aún no sabe gastar y porque todavía existe un alto nivel de corrupción y, en la medida que estas dos falencias no sean abordadas frontalmente, nuestra realidad será la misma.

Si uno da una mirada rápida a los anuncios del presidente Humala, uno se podría sorprender y hasta alegrar. Sin embargo, basta escarbar un poco para darse cuenta de que lo que nuestro país necesita no es necesariamente inyectar más dinero, sino aprender a usar mejor los recursos limitados que tenemos.