Recientemente, el Ejecutivo dejó sin efecto el proyecto de decreto supremo que autorizaba a empresas de capitales extranjeros la construcción y administración de dos ‘malls’ en Tacna. (Foto: Juan Puelles /PromPerú)
Recientemente, el Ejecutivo dejó sin efecto el proyecto de decreto supremo que autorizaba a empresas de capitales extranjeros la construcción y administración de dos ‘malls’ en Tacna. (Foto: Juan Puelles /PromPerú)
Editorial El Comercio

Cuando los historiadores cuenten la historia del Perú de finales del siglo XX e inicios del XXI, seguramente harán referencia a la apertura del país para recibir inversión extranjera como uno de los principales motores del crecimiento económico. Servicios públicos, comunicaciones, comercio, finanzas, manufactura, transporte; en casi todos los sectores de la economía los consumidores y el país se han visto beneficiados por el ingreso de capitales foráneos en las últimas décadas.

Pero no todas las regiones han tenido igual suerte. El artículo 71 de la Constitución del Perú garantiza igual trato para los extranjeros y nacionales en lo que a propiedad se refiere, pero establece una excepción: “dentro de 50 kilómetros de las fronteras, los extranjeros no pueden adquirir ni poseer, por título alguno, minas, tierras, bosques, aguas, combustibles ni fuentes de energía, directa ni indirectamente, individualmente ni en sociedad”. La misma Constitución permite exonerar esta limitación en “caso de necesidad pública expresamente declarada por decreto supremo aprobado por el Consejo de Ministros”.

Esta disposición constitucional ha entrado en debate recientemente a partir de la prepublicación de un decreto supremo (DS) del Ministerio de la Producción que hubiera permitido la operación de dos cadenas comerciales con capital extranjero en . Luego de algunas semanas de debate, el Ejecutivo dio marcha atrás con la iniciativa, dejando a Tacna como una de las pocas ciudades relativamente grandes sin centros comerciales modernos.

Sería un error, sin embargo, centrar la discusión exclusivamente en hechos recientes. La verdad es que las consecuencias de esta norma constitucional anacrónica vienen afectando el desarrollo de las zonas fronterizas por décadas: en el Purús (frontera con Brasil), Ucayali, en Tumbes, en zonas de Cajamarca, y en varias otras regiones, la inversión extranjera necesaria se ve limitada, retrasada o de plano impedida. La consecuencia es menos puestos de trabajo formal, menos ingresos para las familias, menos opciones de compra para los consumidores y menos tributos para el Estado. En Madre de Dios, un proyecto de reforestación en zona de frontera acaba de recibir autorización luego de casi dos años de espera.

Tacna y las demás regiones fronterizas merecen disfrutar de las mismas oportunidades de desarrollo e inversión que el resto del Perú. No obstante, la prepublicación del DS fue aprovechada por dos tipos de oportunistas a la caza de su momento político. El primer tipo consiste en los escépticos o contrarios a la inversión privada en general, quienes prefieren privar de opciones a los consumidores y de trabajo formal de los tacneños antes que aceptar el avance de la economía moderna. Una variante de ellos son los mercantilistas, que buscan limitar la competencia para favorecer solamente a un grupo de empresas o comercios ya posicionados. Curiosa y lamentablemente, el hizo eco de esta posición al declarar que “la gente de Tacna, que tienen sus tienditas, no quieren un ‘mall’ más”.

El segundo tipo consiste en los patrioteros de turno que aprovechan la oportunidad que se les presente para promover la xenofobia, en particular, el antichilenismo. Entre estos destaca el congresista (APP), quien la semana pasada presentó un proyecto de ley que exige que las inversiones extranjeras en zonas de frontera tengan que ser autorizadas por una ley del Congreso y no un decreto supremo. A pesar de que la mayor parte de la población en Tacna está a favor de que se permita inversión extranjera para construir un nuevo centro comercial, no son pocos los que desde Lima u otros lugares céntricos tratan de ganar puntos políticos promoviendo miedos injustificados y censurando el desarrollo de las regiones fronterizas.

Paradójicamente para los patrioteros, el archivamiento del DS tuvo ganadores insospechados: mientras los periódicos de Tacna recogían los lamentos de los locales por la decisión del Ejecutivo, los diarios de Arica informaban que los comercios del país vecino la celebraban.