Ganar notoriedad y réditos políticos a costa de un protagonismo impropio es irresponsable. (Foto: Archivo El Comercio)
Ganar notoriedad y réditos políticos a costa de un protagonismo impropio es irresponsable. (Foto: Archivo El Comercio)
Editorial El Comercio

Desde que se inició el proceso de descentralización política, hace más de 15 años, no han sido pocos los problemas que han saltado a la vista. Desde inoperancia hasta corrupción, se descentralizaron no solo responsabilidades del Estado, sino también muchos de los males que aquejaban al Gobierno Central de entonces.

Un problema, sin embargo, que no había aparecido hasta el momento de manera seria era el de reemplazo ilegítimo de funciones del gobierno nacional en materia de política exterior y convenios internacionales. La actuación del nuevo gobernador de , , estaría cerca de cambiar esa situación.

Desde su juramentación, e incluso antes, el gobernador Aduviri ha jugado al límite con respecto al rol que la Constitución le asigna. En diciembre, una vez elegido y poco después de salir de la clandestinidad debido a la orden de captura que pesaba en su contra por encabezar el violento ‘aimarazo’, el representante del Movimiento de Integración por el Desarrollo Regional-Mi Casita viajó a La Paz en compañía del electo gobernador de Moquegua, Zenón Cuevas, para sostener una reunión con el presidente . Ahí se discutió el plan para traer gas boliviano al sur del país.

La venta de energía o de gas, como se sabe, es un asunto delicado en materia de política internacional, y así lo entendió también el primer ministro César Villanueva, cuando –al respecto– mencionó que este tipo de propuestas se debe trabajar a nivel de Gobierno Central. De hecho, el gobernador Aduviri se adelantó incluso al propio ministro de Energía y Minas, Francisco Ísmodes, quien tenía programada una cita en enero con su par boliviano para tratar posibles convenios de cooperación en hidrocarburos. Es decir, exactamente lo que Aduviri ya había conversado en diciembre con el presidente Morales. Luego de su reunión, el gobernador de Puno emplazó al presidente Vizcarra a que “de una vez por todas” se pronuncie sobre el gas boliviano, porque quería saber “si apoya al pueblo”, alocución que revela –por lo menos– una profunda confusión en los roles que les competen a los gobiernos subnacionales y al gobierno nacional.

Pero no es el único país con el que el gobernador Aduviri coquetea. Vale la pena resaltar que el emplazamiento descrito al presidente Vizcarra se realizó en presencia de autoridades de Venezuela, Cuba y China, además de bolivianas. Ya los embajadores en el Perú de India y China han recorrido campos de cultivo y plantas de procesamiento de lana de alpaca en Puno, y según el gobierno regional, los próximos en la agenda serían los representantes de Rusia y Gran Bretaña.

El juego geopolítico del gobernador Aduviri tiene ya consecuencias reales. Hace unas semanas, por ejemplo, la empresa estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) anunció una inversión de US$400 millones en preparación para la exportación de gas al sur del Perú, con una premura insólita dada la ausencia de un convenio internacional que la respalde.

Las medidas del gobernador de Puno no pueden exceder las competencias que le tocan. Ganar notoriedad y réditos políticos a costa de un protagonismo impropio es irresponsable y expone al país a ‘impasses’ que van mucho más allá de lo que puede y debe manejar un gobierno regional: recordemos que la política exterior del país es determinada por el presidente y su canciller. Si Aduviri desea tentar la presidencia en el 2021, como ha deslizado en una reciente entrevista, ensayar estrategias geopolíticas desde su asiento de gobernador solo lo expone como alguien que está dispuesto a saltarse el orden institucional para conseguir sus metas. Y de esos ya hemos tenido varios ejemplos.