Editorial: Oficialismo desbancado
Editorial: Oficialismo desbancado

Como es de público conocimiento, en cuatro años ha perdido 16 de las 47 curules que tenía en el Congreso cuando el presidente Ollanta Humala inició su gobierno. Sería apresurado, sin embargo, concluir que los 31 legisladores que todavía permanecen en la bancada son oficialistas.

Por un lado, existe un grupo indeterminado de parlamentarios cuyo paso a Dignidad y Democracia se rumorea permanentemente, como se rumoreó en su momento la salida de los que ya recorrieron ese camino (lo que presta verosimilitud a la especulación). Y, por otro, hay congresistas como , Omar Chehade y Daniel Abugattás, que llevan tiempo alejados de Palacio y lo hacen ostensible en sus palabras y, llegado el caso, también en sus votaciones.

Los problemas del gobierno en este frente, no obstante, son aún más extensos, como acaba de demostrar la votación del jueves pasado en el pleno, a propósito de la explotación del , en Loreto.

El primer ministro y la ministra de Energía y Minas, Rosa María Ortiz, se presentaron ese día ante la representación nacional para explicar la posición del Ejecutivo sobre el tema. A saber, que Petro-Perú no está en condiciones técnicas ni económicas de explotar el referido lote y que por ello se había aprobado un contrato de servicios con la empresa canadiense Pacific Stratus Energy para que lo hiciera.

Sobre los inconvenientes de que Petro-Perú se hiciese cargo de semejante tarea ya hemos opinado días atrás en esta sección. Pero con prescindencia de lo que cualquiera piense sobre el particular, es evidente que lo que cabría esperar de una bancada oficialista es que respalde la decisión de su gobierno en este asunto, como en todos los demás.

No fue eso, empero, lo que ocurrió la semana pasada. El grupo parlamentario de Gana Perú apoyó más bien un acuerdo multipartidario para que dos proyectos que planteaban lo contrario se debatieran directamente en el pleno sin pasar por la Comisión de Energía y Minas. Y si bien la iniciativa no fue aprobada, es importante reflexionar sobre lo que significa que 17 de los 18 legisladores nacionalistas presentes votasen a favor de ella.

Inútiles son, desde luego, los esfuerzos del presidente Humala por tapar el sol con un dedo, al decir en una entrevista que no existió contradicción alguna, porque la bancada, con su voto, solo quiso promover la discusión. Lo cierto es que la situación revela más bien un severo eclipse del liderazgo del mandatario entre los parlamentarios nacionalistas, que se deja sentir ya en el hecho de que 23 de ellos hayan estado ausentes de la sesión. Pero, sobre todo, en la circunstancia de que, salvo uno, todos los legisladores presentes hayan preferido aparentemente pensar en los votos de su eventual reelección congresal –las multitudinarias movilizaciones sociales en Loreto en contra de la medida tienen que haber pesado en ese sentido– que en la coherencia del ejercicio gubernativo.

Este espíritu de desbande, por supuesto, no es producto del azar, sino consecuencia, en primer lugar, de la nula cohesión política con la que se armó originalmente la lista parlamentaria de Gana Perú. Y, en segundo término, del ánimo de gestión concluida que transmitió el mensaje presidencial de 28 de julio, y la dedicación pública intensiva del jefe del Estado a tratar de sacarle las castañas del fuego a la primera dama por el ‘affaire’ de las agendas.

La conducta actual de los integrantes de la bancada nacionalista equivale, pues, al ‘selfie’ con sabor a despedida o fin de fiesta que se tomaron en Fiestas Patrias los miembros del Gabinete en las escalinatas de Palacio, mientras el presidente hablaba de cosas que a ellos no parecían importarles.

Y el resultado es que, para dejar de ser oficialistas, los parlamentarios de los que hablamos ya no tienen que cambiarse de bancada. Ahora lo desbancado ha sido precisamente su oficialismo, y lo que ha ocupado su lugar es la agenda electoral de cada uno de ellos. Una pésima noticia para lo que le queda de tiempo en el poder a este gobierno y para las tímidas iniciativas que todavía pudiera querer sacar adelante.