"Visto todo esto, es clave que los electores evalúen la pertinencia de emprender aventuras económicas que buscan debilitar todo aquello que ya nos ha funcionado". (Ilustración: Giovanni Tazza).
"Visto todo esto, es clave que los electores evalúen la pertinencia de emprender aventuras económicas que buscan debilitar todo aquello que ya nos ha funcionado". (Ilustración: Giovanni Tazza).
/ Giovanni Tazza
Editorial El Comercio

Ningún análisis objetivo de la realidad podría negar que, en los últimos 20 años, la economía peruana ha pasado por su mejor momento histórico. Ello no solo por el hecho de que el crecimiento de nuestro ha sido constante, sino también por los millones de peruanos que han dejado la pobreza (58,7% de la población era pobre en el 2004, 20,2% en el 2019) y por el aumento significativo que la situación ha permitido en el presupuesto público (400% en los últimos 20 años).

Lo logrado, empero, tiene poco que ver con suerte y mucho que ver con la disciplina que caracteriza a nuestro modelo de desarrollo, en el que la estabilidad macroeconómica es fundamental al igual que la libre iniciativa privada y la independencia de instituciones como el . En ese sentido, los ciudadanos harían mal en bajar la guardia ante las propuestas que pretendan socavar lo que hasta ahora nos ha funcionado. Un por este Diario da varias luces en ese sentido, al evaluar la medida en la que algunos de los partidos en carrera promueven las herramientas básicas para apuntalar la competitividad y el desarrollo del país. En concreto, la publicación toma en cuenta cinco pilares: la estabilidad macroeconómica, la apertura al mundo, la libertad económica, la institucionalidad y el rol que el Estado debe cumplir en la economía.

En el terreno de la estabilidad macroeconómica, la posición de partidos como y Acción Popular es inquietante. El primero, por ejemplo, se refiere a fijar la tasa de interés de referencia en cero –lo que podría afectar la independencia del BCR– y a entregar bonos que ascenderían al 23% del déficit registrado el año pasado. Acción Popular, por su lado, plantea el retorno de la deuda pública por debajo del 26% del PBI, en contraste con el 37,6% proyectado por el MEF para el 2026. Al mismo tiempo, plantea una política fiscal expansiva no cuantificada y el incremento del presupuesto de educación al 10% del PBI.

En cuanto a la apertura al comercio internacional, los dos partidos aludidos tienen actitudes cuestionables y de sabor proteccionista. El partido de la lampa habla de “desglobalizar la economía” en el Perú “priorizando y fortaleciendo el aparato productivo nacional”, mientras que la coalición izquierdista propone la revisión de los tratados de libre comercio para “defender nuestra soberanía e independencia económica”. A ellos se suma, aunque no esté contemplado en el informe que nos ocupa, Perú Libre (liderado por Pedro Castillo), que incluso llega a hablar de la anulación de los referidos pactos.

En lo que concierne a la libertad económica y al rol subsidiario del Estado, el panorama tampoco es el mejor. evalúa el control de precios de los medicamentos y aumentar las tasas de interés que pagan los bancos. Juntos por el Perú plantea reducir las tasas de interés que cobran los bancos y controlar las comisiones. También proponen alterar el rol del Estado en la economía para que sea “promotor de la economía y de sectores estratégicos”, agenda que se acerca a la de Perú Libre que también habla de “recursos estratégicos” que deben ser manejados por el Estado.

Aunque estos partidos son los peor evaluados por este análisis, ciertamente no son los únicos con planteamientos controversiales. es evaluado con “bajo” en el pilar del rol subsidiario del Estado, mientras que Fuerza Popular y Victoria Nacional apenas tienen desempeño “intermedio” en el pilar de estabilidad macroeconómica. En este último, solo Avanza País y el Partido Morado obtienen alta calificación.

Visto todo esto, es clave que los electores evalúen la pertinencia de emprender aventuras económicas que buscan debilitar todo aquello que ya nos ha funcionado. Los ajustes aquí y allá en el trabajo del Estado son necesarios, sobre todo para garantizar servicios básicos de calidad a todos los ciudadanos, pero nada justifica dejar en ruinas los pilares básicos para manejar la economía de forma responsable y saludable.