Editorial El Comercio

El jueves, la integrante de la bancada de , , fue nombrada por el presidente , en reemplazo de , cuya destitución fue anunciada el domingo pasado por el jefe del Estado, pero no se concretó sino hasta dos días atrás. Ello, luego de que el programa “Punto final” revelase que seis trabajadores del ministerio y el empresario Luis Quito depositaron S/98.400 y US$70.000, respectivamente, en la cuenta de la madre de los hijos de López Peña.

Si bien el despido público de López Peña, poco después de la difusión del reportaje, supuso la ruptura de una conocida tradición gubernamental –pues nunca esta administración se había deshecho tan rápido de un funcionario cuestionado (un síntoma, quizá, de la inminente visita de la misión de la OEA a nuestro país)–, la designación de Portalatino confirma la continuación de otra: la de mantener el Ministerio de Salud (Minsa) bajo la influencia de , líder de Perú Libre. Una costumbre motivada más por el valor de los votos de esta agrupación en el Parlamento que por las credenciales profesionales de quienes terminan siendo encumbrados.

La legisladora Portalatino, después de todo, es la tercera titular del Minsa, desde la salida de Hernando Cevallos, vinculada al partido del lápiz. Ella ha sido militante de Perú Libre desde el 2020 y, además, se ha desempeñado como secretaria de organización del grupo en la región Áncash. El ministro defenestrado, por su parte, aunque no estaba afiliado al partido, fue director del hospital Daniel Alcides Carrión, en Huancayo, durante la gestión de Cerrón como gobernador regional. En el caso del exministro Hernán Condori, además de estar afiliado a Perú Libre, el mismo Cerrón aseguró que lo había recomendado para el puesto. Tanto Condori como López Peña, como sabemos, no han dejado un grato recuerdo tras su paso por el sector.

Sin embargo, como ha informado , la presencia del exgobernador de Junín en el Minsa no se limita a la cabeza de la cartera. Con Portalatino suman al menos siete los cerronistas que ocupan altos cargos en el ministerio. Basta con ver dos ejemplos: el viceministro de Prestaciones y Aseguramiento en Salud, Dionisio Poma, fue candidato del movimiento Perú Libre a la alcaldía de Chilca (Huancayo) en el 2010 y el 2014, y Joel Candia Briceño, viceministro de Salud Pública, está afiliado a la agrupación desde el 2019.

Frente a esto, no quedan dudas sobre la influencia de Vladimir Cerrón –a quien el presidente aseguró hace mucho tiempo que no veríamos ni de portero durante su administración– en uno de los ministerios más importantes. El problema, por supuesto, es que al priorizar los cálculos políticos (en este caso, los 16 votos de la bancada perulibrista ante una eventual tercera moción de vacancia en su contra), por encima de la gestión eficiente, el mandatario está demostrando lo poco que le importa uno de los sectores que, dos años y medio después de la pandemia, debiera ser de los más fortalecidos. Fortalecido, esto es, con funcionarios probos y eficientes.

En declaraciones a El Comercio, por ejemplo, el exministro de Salud Óscar Ugarte se ha referido a algunas consecuencias de las decisiones del mandatario en el sector, como la designación de directores que no cumplen con el perfil, el abandono de algunas políticas prioritarias y el crecimiento de la corrupción.

Frente a las debilidades que la pandemia expuso en nuestro sistema de salud, la circunstancia de que la conveniencia política del Gobierno prevalezca sobre la eficiencia y la asepsia resulta francamente trágico. Es cierto que este es un patrón que se repite en prácticamente todos los ministerios, pero no por ello podemos dejar de resaltarlo. Al fin y al cabo, lo que está en juego es nada menos que la salud de los peruanos.

Editorial de El Comercio