Desde estas páginas hemos mostrado respaldo a las duras medidas de contención que anunció el Gobierno hace dos semanas. El deber máximo de cualquier Estado es preservar la vida de su gente y, en esa línea, la administración del presidente Martín Vizcarra actuó responsablemente cuando otros países –con tasas de infección más altas que el Perú– demoraban en reaccionar.
Pero el Gobierno no es el único que ha saltado al frente para responder a la emergencia nacional. Es justo reconocer que el éxito que puedan tener las medidas decretadas depende –a fin de cuentas– de la voluntad y compromiso de las empresas y los ciudadanos del país. Y en ese aspecto el Perú tiene mucho por destacar.
Entre las compañías, lo mínimo que se esperaba de ellas es que acataran la cuarentena. Con excepción de sectores considerados básicos –como alimentación, salud, finanzas o medios de comunicación como este Diario–, el resto de actividades paralizó operaciones conforme a lo reglamentado. Algunos negocios aprovecharon, además, la difícil situación para tener algunos gestos con su personal. Diversos restaurantes, por ejemplo, se comprometieron a seguir cubriendo el total de los ingresos de sus trabajadores al tiempo que repartían entre ellos la comida ya adquirida.
Otras empresas de todo tamaño están haciendo esfuerzos para aprovechar su giro de negocio en el apoyo a la población que se ha visto más perjudicada. Una compañía grande de bebidas, por ejemplo, está donando más de un millón de botellas de agua. Diversos bancos han anunciado el congelamiento de deudas y créditos por las siguientes semanas. El sector bancario en conjunto, de hecho, ha reprogramado deudas de 150.000 clientes por S/15.000 millones, según información de la Asociación de Bancos del Perú (Asbanc). Compañías de servicios públicos han suspendido los cortes por falta de pago y algunas han dado facilidades para fraccionar los recibos de marzo y abril. Empresas que ofrecen plataformas de educación online –típicamente usadas por colegios privados– están hoy a disposición de estudiantes de colegios públicos. Pequeños negocios de alimentos están donando parte de sus productos a las Fuerzas Armadas y Policía Nacional que patrullan su zona. Los ejemplos de empresas que han decidido ayudar en su propio giro de negocio son numerosos.
Algunas compañías de mayor tamaño y gremios empresariales están apoyando también más allá de su sector. Un banco grande anunció hace poco la donación de S/100 millones a un fondo para familias vulnerables, en tanto que la Sociedad Nacional de Minería, Petróleo y Energía (SNMPE) se comprometió a donar 500.000 kits rápidos de descarte de COVID-19.
En adición a las empresas, la población peruana en general está demostrando compromiso con lo que le corresponde. Las personas detenidas por violar la cuarentena –sin urgencia de por medio– son más bien la excepción a un número mayoritario de gente que está trabajando desde casa o aprovechando el tiempo en familia. Una salvedad –que es ciertamente difícil de juzgar de cualquier modo– son aquellas personas cuya situación de vulnerabilidad económica les impide acatar del todo las disposiciones del Gobierno, a pesar de comprender la gravedad del problema que enfrentamos.
Hay, sin duda, quienes arriesgan todos los días más que el resto: personal de salud y de seguridad, empleados de la cadena de alimentos, trabajadores de recojo de basura, y varios más. Ellos merecen el mayor aplauso por su sacrificada labor. Pero démonos también un espacio para reconocer que, aun quienes no estamos en la primera línea del frente de batalla, podemos poner nuestro granito de arena. Miles ya lo hacen.
El Comercio mantendrá con acceso libre todo su contenido informativo sobre el coronavirus.